Hábil sí y astuto. Se diría que ha calculado como un ajedrecista las jugadas. Y en su juego ha anunciado un jaque mate con cuatro movimientos hacia adelante. ¿Errores cometidos? Bueno, muchos, que hoy hacen pensar que eran gambitos y sacrificios de piezas. Este último juego lo ha intentado, precisamente, en esta ciudad de Cali en la COP16, donde se ha autocolocado con artilugios de oratoria, como el gran salvador del mundo y la civilización.
Sabe y siente que podría estar acabado con tanta violencia reinante y tanta corrupción en su gobierno; pero con una justicia lenta y macilenta que ha vuelto inanes las contribuciones pecaminosas de su campaña, pero que ha tratado de hacer creer que, aunque todo fuera en su propio beneficio, los ladrones y abusivos son los otros. Sí, muy hábil este presidente Petro, que se abre camino en busca de un poder que bien conoce, para proyectar un mando omnímodo como el de su mompa solidario Maduro.
Un gran escritor y filósofo del Siglo XX, Aldous Huxley, escribió una distopía como novela profunda intitulada ‘El mundo feliz’ -Brave New World-. Escenario, cinco siglos adelante, cuando el dios reinante sería Ford, que fue quien hizo los primeros automóviles. El hombre nacía en un laboratorio en el que los científicos crearían varios tipos de seres: El hombre Alfa, un genio, el hombre Beta, un hombre normal al servicio del primero y el hombre Delta, acondicionado para ser el inferior, solo al servicio de los dos primeros. Un mundo planificado en el que solo debía prevalecer el interés y el poder del Alfa, en cuya camisa se ha autoubicado el señor Petro, cuyo encanto y alma seductora ubica, como lo hiciera Mussolini, en el don de la palabra, es decir, en el discurso de mañana y tarde y el juego prestidigitador de la palabra, que endulza el oído y acrecienta su liderazgo “providencial”. El mundo feliz, entonces, no es más que una disfunción distópica.
Pero claro que hay mentiras bajo el sombrero del mago. Él, Petro, sostiene que el crecimiento de la civilización fue una obra de la oligarquía y que fue el afán de la ganancia el que creó el actual peligro. ¡Vaya una falsedad! Porque fue el Hombre, a las manos de Dios, quien ha desarrollado la inteligencia y creó los puentes que vencieron el abismo, y levantó edificios que lo sustrajeron de la cueva, y sobrevino el descubrimiento de los hidrocarburos que le permitieron crear motores y aviones, automóviles, barcos, servicios domésticos y comodidad. Fueron el progreso y la civilización. Y por supuesto se creó la economía y hasta se viajó al espacio sideral.
Eso lo hizo el Hombre con su propia capacidad de desarrollo. Y todo fue llegando con la industria que produjo trabajo, mientras se iban alcanzando libertades liberales que eliminaron la esclavitud, creada por las guerras y la misma civilización. Pero los habitantes crecieron desbordadamente -culpa de la oligarquía según Petro- en miles de millones de gente que, como lo había advertido el clérigo Thomas Malthus cuando observó que la población crecía a un ritmo geométrico y los alimentos a un ritmo aritmético. O sea que también era de preverse que vendría una crisis poblacional que agotaría recursos y cambiaría el equilibrio climático y de vida. Esa es precisamente la crisis que estamos viviendo.
Haga, pues el señor Petro el montaje que haga, de todos modos la gente pensante y los necesitados, no están de acuerdo con su mal gobierno actual. Petro, el ‘Iluminado’, lleno de mentiras, amenazador y autor bajo disfraz de toda la ignominia de una campaña presidencial tramposa. Que diga de donde salieron los quince mil millones para la campaña de que habló Benedetti. Y que diga cuánto se ha gastado en viajes y movilizaciones populares, que no ha cesado, y hable de su inicial visión de crecimiento de los campos de amapola y coca. En fin, que diga con verdad cómo ganó las elecciones y cómo piensa ganar las que vienen.