Las tragedias colombianas suceden en medio de paisajes espectaculares, tenemos una maldición que nos condena a la belleza y a la muerte al mismo tiempo.
El Cauca. Al fondo, las montañas de El Plateado, corregimiento de Argelia. Por sus calles un grupo armado huye ante la llegada del Ejército que arriba a la zona tras siglos de abandono estatal. Ataviados con espectacular despliegue de chalecos y cascos blindados, un grupo de asustados ministros y funcionarios entra al día siguiente en helicópteros y tanques de guerra para anunciar la entrega de semillas y planes de sustitución en una región dedicada 100 % al procesamiento de coca. Tras permanecer poco más de una hora en el lugar, tomarse algunas fotos con los atemorizados habitantes que no quieren ser vistos en diálogos con ellos, regresan a Bogotá.
La apuesta estatal por El Plateado, que pasó de la paz total a la ofensiva militar total, debe ir más allá. El primer reto: la erradicación manual de 25.000 hectáreas de coca en el cañón del Micay. No basta con dar semillas a campesinos que no pueden comercializar y sacar de allí las cosechas y que solo saben cultivar coca.
La recuperación del Cauca pasa por la pavimentación de vías, la asistencia técnica, la construcción de escuelas y, lo más importante, la inclusión en Colombia de un departamento aislado, secuestrado y esclavizado por grupos armados ante la indiferencia del gobierno y del resto del país desde hace años.
La intervención militar en El Plateado demuestra el fracaso absoluto de la llamada ‘paz total’, pero también es la consecuencia de no haber implementado el proceso de paz con las Farc, fatal error del gobierno Duque. De buenas intenciones está empedrado el camino al infierno y el actual modelo empoderó a narcos puros, porque guerrillas ya no hay, y eso incluye al Eln dividido y dedicado al narcotráfico, la extorsión y la minería, que no tiene intención de llegar al poder más allá de sus zonas de economía ilícita. Negociar cuál paz teniendo empresas criminales que les dejan millones de dólares al mes.
No hay peor ciego que el que no quiere ver: el gobierno Petro comienza diálogos con un grupo de narcos autodenominado dizque autodefensas, una agrupación de la que no teníamos noticia hace 20 años, cuando sus jefes terminaron muertos o extraditados. Como rezan los anuncios del circo hermanos Gasca: “Después no digas que no te avisamos”. Preparémonos para otros ‘fashion week’ en la Gabarra, Toribio, el Catatumbo…