Por: Germán Martínez R., vicario episcopal para la educación

Es bien conocido este dicho popular entre nosotros: El que se mete de redentor muere crucificado. Tal vez, sin saberlo, ese dicho refleja nuestra falta de fe.

Hoy, domingo catorce del Tiempo Ordinario, resonará en los templos un pasaje del Evangelio de san Marcos que refleja el rechazo por parte de los paisanos de Jesús: Al comienzo, los compatriotas de Jesús quedan profundamente impactados y se asombran, reconocen que pertenece a su pueblo, saben quiénes son sus parientes, pero se interrogan: ¿De dónde viene su sabiduría? El punto de escándalo está en la muerte violenta que recibe Jesús: en la cruz. Al final del Evangelio de Marcos un ángel dará la identificación del personaje: Jesús de Nazaret, el Crucificado” (Marcos 16,6).

Las lecciones para hoy: Jesús no coacciona ni domina con un esplendor exterior, Jesús de Nazaret sólo invita y convence con su estilo de vida. Ese modo de obrar vale también para la comunidad de creyentes, para la Iglesia. Tampoco ella vive de éxitos deslumbrantes, sino que aparece humilde, pequeña, modesta; recorre un camino fatigoso y es ridiculizada y humillada, he ahí la paradoja creyente: renunciar a la fuerza y al poder para entregar la vida, para servir siempre, para mostrar una manera de salvar que respeta la libertad humana.

Allí donde falta la fe en Jesús, él no puede realizar obras prodigiosas; no porque carezca de poder para hacerlo, sino porque el terreno no es receptivo. Jesús no impone a nadie su poder y no cura a nadie que no se abra a él por la fe.

Intentemos entonces hacernos hoy unas preguntas claves: ¿Qué es lo que impide a la gente de Nazaret y a muchos de nosotros reconocer a Jesús? ¿Cómo ha de presentarse un enviado de Dios? ¿Cuáles son los motivos por los que hoy se rechaza a Jesús y a su Iglesia?

De las respuestas que demos dependerá nuestra manera de ser creyentes, nuestro modo de pertenecer a la comunidad eclesial, nuestra actitud ante los demás, nuestra identidad de fe.

En el fondo, el famoso dicho “el que se mete de redentor muere crucificado” refleja el simplismo y la mediocridad de nuestra fe y hace de Jesús de Nazaret una persona ingenua, idealista, desconocedora del plan salvador de Dios que pasa por la cruz como signo del gran amor de Dios que prefiere morir en manos de las personas que imponerse a ellas.