La política como entretenimiento no solo funciona en periodo electoral. Su capacidad de sorprendernos o irritarnos, de molestarnos o movilizarnos en contra hasta de nuestra propia familia es sencillamente inagotable. Tristemente, volvimos a ser expertos en secuestros (perdón, retenciones) y en procesos de negociación para que algunos vuelvan a la libertad.
Luego de una agitada campaña electoral en la que volaron sillas y madrazos de un lado a otro, algunos creímos que vendrían algunos días para entregarnos a ver cómo iban los amores de la ‘bichota’ y el ‘Ferxxo’ o entrar a analizar en profundidad el nivel con el que James llegará a la siguiente fecha de las eliminatorias. Quimeras, solo quimeras.
Nuevamente, los apellidos de siempre volvieron a nuestras bocas, teclados y pantallas; este fue el momento para entregarnos a lo conveniente o no de la selección de productos que componen el mercado del presidente y de la vice. Nos enteramos de que tendríamos que asumir costos nuevos de peajes en dos momentos diferentes, que la guerrilla (perdón, disidencias) volvieron a decir abiertamente en algunos territorios que la autoridad son ellos y no nadie más y que como país debemos encontrar la solución para que el Eln encuentre una forma de financiarse y no tengan que ser incluidos vía express como gestores de paz a cambio que dejen de secuestrar.
Se nos vuelve paisaje lo absurdo de la dinámica en que se nos presentan los problemas. La salud vuelve a ser un tema exclusivamente de direccionamiento político y una forma de controlar la voluntad del legislativo para reacomodar la unidad o continuar en el despelote. Ya no es un derecho fundamental. Nos enteramos de cada cosa…
Y es que el show debe continuar porque es la mejor forma de mantener la atención y viabilidad de un proyecto o grupo en específico. Ya bien sabido es que no existe publicidad mala, solo publicidad, cosa que el dirigente nacional comprende casi a la perfección, haciendo sentir su talante desde la proliferación de ideas absurdas y escándalos innecesarios para que podamos irritarnos más y tomar partido hacia un lado u otro.
La polarización es la idea principal que se tiene para sostener una aspiración o candidatura futura, para mantener el poder o para lograr por fin acceder al mismo. Para recuperarlo o para negociarlo a oscuras.
Hace tiempo decidí por mi bien mental que en la casa o en los grupos de amigos no pelearé ni me indignaré por políticos o sus decisiones. Solo me reiré. Entendí que es parte de su búsqueda de atención para mantenerse vigente y para que nuestra atención se convierta en un voto de entraña y no de raciocinio.
Además, que se tira muchos momentos importantes, muchas cenas llenas de deliciosos manjares. Y créanme: la comida no tiene la culpa. No peleen por política y no le crean a este tipo de políticos que aún reinan.
Churchill dijo: “El éxito consiste en ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo”. Seguimos construyendo nuestro éxito con resiliencia.