La denuncia de la existencia de una proposición en la que se recortaba en un 77 por ciento el presupuesto de la Registraduría Del Estado Civil, fue calificada como un ‘asalto’. El intento de recortar recursos a la Registraduría en el proyecto oficial de Presupuesto del 2025 la dejaba maniatada. El gobierno dice que fue un error afectar dineros, teniendo en cuenta las elecciones de 2026. En las comisiones económicas de Cámara y de Senado la medida del gobierno fue interpretada como otro intento de doblegar a los organismos electorales.
Los enormes desafíos del país se deben enfrentar con discursos integradores y no profundizando la polarización. El presidente está perdiendo el juego. Antes de acercarse a los ciudadanos se está aislando. Hoy, Petro aparece desconectado de los problemas del país y entregado a una agenda que le produce rendimientos políticos a corto plazo, pero no a una agenda de verdadera gobernabilidad para el cambio a largo plazo.
Dedicado al terrorismo verbal, Petro arrancó la campaña para las presidenciales. Como sabe que su administración ha perdido el rumbo, que sus mayorías en el Congreso están ahora más en duda que nunca, optó por lo único que le queda: ponerse en modo campaña electoral. Como todo va mal en su gobierno y los escándalos de corrupción le estallaron en las manos, Petro adelantó la campaña.
Petro ha perdido centenares de miles de votos. Entre otras razones, por la situación de inseguridad, por el estancamiento de la economía, por la caída de la inversión, por los incumplimientos de sus promesas, por la crisis del gas natural, por la crisis del sistema de salud, etc. El presidente no es imbatible. Depende de la capacidad que tengan todos sus opositores de construir un gran frente unido que sea capaz de proponerle al país un nuevo futuro para darle a Colombia un mejor derrotero. O se articulan o Petro vuelve a ganar.
La derrota política de la izquierda debe ser el producto de un mandato ciudadano como consecuencia de padecer un actual gobierno inepto falto de resultados. Las primeras razones de unión entre los candidatos que quieran suceder a Petro, deberían ser la defensa de la democracia y la de garantizar que en el 2026 haya elecciones transparentes y con plenitud de garantías para la oposición. Hay varios motivos para estar alerta. Las próximas elecciones, dada la actual situación de orden público del país, están en riesgo.
Distinto de atacar con razón a Petro y a su pobre desempeño gubernamental, aún no se ve el proyecto alternativo que pueda unificar la oposición y convocar las mayorías ciudadanas del país. Al presidente o a alguno de sus seguidores se le podrá ganar con quien mejor se sintonice con los votantes presentando un mensaje de esperanza en un futuro mejor. En la elección presidencial del 2026, quienes están contra Petro y para que esta última opción triunfe, se requiere construir el programa que logre la convergencia entre los varios aspirantes a sucederlo.
El crecimiento del control territorial de las organizaciones criminales en varios territorios es enorme. Esta situación va a tener una afectación directa sobre el próximo proceso electoral porque este requiere seguridad y ya hoy hay regiones en las que no habría elecciones libres para sus habitantes.
La posibilidad de derrotar a la izquierda está también en que los colombianos no petristas nos movilicemos a defender nuestra democracia. Tenemos que empezar desde ahora a activar todos los mecanismos institucionales para que la Fuerza Pública cumpla la Constitución, garantizando la seguridad electoral en todos los Departamentos y haya elecciones libres y transparentes. O defendemos las elecciones del 2026 o Colombia no será un país viable.