Lo echaron como a un perro. No por el escándalo de corrupción de la Unidad de Gestión de Riesgos y para que asumiera su defensa judicial fuera del Gobierno. A Ricardo Bonilla lo botaron porque dio traslado a la Fiscalía de la denuncia anónima que recibió sobre una presunta irregularidad que vincula a dos de los intocables del Presidente: Ricardo Roa y Nicolás Alcocer. Otro que cae en desgracia, que sale eliminado de la ‘Casa Estudio’.

El exministro estaba contra las cuerdas pero seguía de pie dando pelea. La declaración de su exasesora le cerró el cerco, pero no dijo nada distinto a lo obvio: que Bonilla estaba enterado de todo y que con otros funcionarios montó una máquina de compra de votos en el Congreso. Quien piense que en Hacienda se mueve un peso sin que el Ministro lo sepa, vive en Babia. Igual, quien afirme que ocurría sin que el Presidente lo consintiera.

“Sí señora, él lo sabía”, “todo, absolutamente todo necesitaba de autorización”, declaró Alejandra Benavides ante la Fiscal del caso al referirse al conocimiento que tenía Bonilla de los contratos que direccionaba Snyder Pinilla para sobornar congresistas. Similares palabras a las de ella diría luego el exministro de Hacienda sobre Petro al conocer de su ‘concertada’ remoción: “el presidente Petro siempre estuvo enterado de mis acciones”.

La renuncia tampoco obedeció a un acto de transparencia de Petro y Bonilla para evitar que este utilizara el alto cargo que ostentaba en beneficio a su defensa, como algunos lo señalan. A Petro no le importa estar rodeado de hampones y funcionarios investigados; si así fuese, Ricardo Roa, Laura Sarabia, Armando Benedetti y otros, estarían en la calle; los mantiene devengando -comprados- para que le guarden lealtad y no lo incriminen.

Lo echó a patadas, porque se metió con uno de sus protegidos y con el hijo de su señora actual. A juzgar por los hechos y trinos posteriores del Presidente pareciera interpretó el proceder del exministro como una afrenta personal y como es paranoico y desconfía hasta de su sombra le pidió la renuncia con la cabeza caliente. De ahí que intentara luego dorar la píldora diciendo que Bonilla no era el denunciante. Había matado al mensajero.

Va un aparte de la denuncia recibida y trasladada: “La intervención [de la hidroeléctrica de Urrá] es propuesta por el señor Ricardo Roa y Nicolás Alcocer, hijo del Presidente, quien busca ejercer presiones indebidas sobre la junta directiva para tomar control de la misma y favorecer a sus amigos más cercanos”, se lee en el escrito ampliado. ¿Debió Ricardo Bonilla hacer algo distinto a dar traslado a la Fiscalía? Hizo lo tenía que hacer.

Pero, tan evidente fue la molestia que le causó al Presidente, que en vez de acordar con el funcionario una salida decorosa, lo sacó por la puerta de atrás. Días antes Petro había exigido a los ministros con aspiraciones políticas dimitir en diciembre y dijo deseaba iniciar el año con un gabinete remozado. Ha podido esperar un poco y que Bonilla diera un paso al costado en el ajuste ministerial; era lo mínimo con quien siempre le fue leal.

Así son las cosas en la ‘Casa Estudio’. El país no para de sorprenderse con lo que pasa. Todos los días se conoce de un escándalo, la destrucción de otro sector económico y la salida o el reencauche de un funcionario investigado. Y, en el caso de los ‘eliminados’, la categoría predominante era la de ‘neoliberal infiltrado’; se estrena ahora la de ‘meterse con sujeto protegido’. Nadie sale del Reality por ‘embustero’, ‘incendiario’ y ‘corrupto’, mucho menos ‘fraude electoral’, pues le tocaría al protagonista estrella auto eliminarse.