En momentos de escribir esta nota, llega la información de una extensión, ‘in extremis’, de la tregua entre Hamás e Israel por un día más, antes de su vencimiento el jueves por la mañana. Una tregua (no es un cese al fuego permanente), que permitió ocuparse del aspecto humanitario del conflicto, al liberar rehenes israelíes -sobrevivientes del bárbaro ataque del pasado 7 de octubre- contra prisioneros palestinos retenidos en cárceles de Israel.

Y aunque sus protagonistas hablan de escaladas, entendemos que la tregua cumplió en gran parte su cometido y sigue siendo una opción deseada por muchos. Las condiciones pactadas le dieron un respiro al conflicto y la posibilidad de ver más claro sobre ventajas y desventajas.

En Israel, el gobierno de Netanuahu se prestó a acatarla para conseguir su prometida liberación de todos los rehenes israelíes, aunque solo lo logró, en parte, falta más del doble para completarla. Por su lado, Hamás aprovechó la liberación de un gran número de prisioneros palestinos para atenuar su responsabilidad en la retaliación masiva israelí y ganar puntos de popularidad en la población de Gaza. Por eso, la tregua pudo prolongarse hasta ahora con la bendición de los aliados respectivos de los protagonistas y por razones que los analistas debaten. Veamos.

El aliado más poderoso y firme de Israel es Estados Unidos. Su presidente, Joe Biden, apoyó a Israel desde el primer momento de la guerra. Sin embargo, debe tomar en cuenta el costo de su apoyo en vísperas de unas elecciones presidenciales en noviembre 2024, que se propone ganar y debe preparar de antemano. Importa lo que dice y hace para brindarle la victoria a sus partisanos. Resulta que el apoyo a Israel lo complica un poco: le gana la admiración y el respeto entre los occidentales del planeta, pero afecta su aceptación en la población árabe de Estados Unidos y aun parte de sus seguidores, que ahora dudan sobre su liderazgo.

También, le da razón a su contendor Donald Trump, que apoda a Biden: “Presidente de las guerras”. Guerras que, supuestamente, él (Trump) habría evitado si fuera presidente. Por lo tanto, Biden favorece la prolongación de una tregua entre Hamás e Israel, con el fin de calmar tan encendidos ánimos.

Ahora el más poderoso aliado de Hamás es Irán, una dictadura teocrática cuyos ayatolas fanatizados juran “borrar a Israel del mapa”, junto con los ‘infieles’ norteamericanos y occidentales en general. Con el agravante de estar, Irán, a punto de convertirse en potencia nuclear.

Sin embargo, los iraníes han logrado avanzar en sus planes de conquista, utilizando maliciosamente a sus ‘protegidos’ y sin involucrarse directamente ni arriesgar a sus ejércitos. Lo lograron en Irak, en Siria y en Yemen y lo están intentando ahora en Gaza. Sus “protegidos” se llaman Hezbollah, Hamás y Hutíes. Y si ahora anhelan prolongar la tregua en Gaza, sería para evitar una guerra generalizada, que los confrontaría con un Estados Unidos, más fuerte que ellos y sin posibilidad de ganar.

Finalmente tenemos al riquísimo Qatar, un país que curiosamente sostiene a Hamás financieramente (con 30 millones de dolares mensuales), políticamente (hospeda a sus líderes) y mediáticamente (con su cadena de TV Al Jazeera) sin disimulo. También alberga una base aérea norteamericana, la más grande en la región e incluso negocia en muchos momentos con Israel . Qatar habla con todos y se ha convertido en árbitro obligado en el conflicto Hamás - Israel . Y cree en la necesidad de prolongar la tregua. ¿Se logrará? Amanecerá y veremos.