Muchos se cuestionan la naturaleza colombiana de la industria cocalera; a pesar de tantos años de esfuerzo, avanzamos, pero no llegamos a la meta. En Colombia, abandonar esfuerzos trae retrocesos sustanciales e inmediatos. La planta de coca es ecuatorial y requiere de agua, la zona ecuatorial africana no es rica en agua y el Triángulo Dorado de Asia (Burma, Laos, y Tailandia) se especializa en opioides. En la industria cocalera Colombia siempre será un actor, así sus utilidades cada vez se queden menos en el país. Siempre se dijo que lo único que podía desbancar el reinado cocalero sería una nueva droga. Parece que hay un candidato: fentanilo.

Variedad de reportes del Cauca y Nariño hablan de una caída de hasta el 60% en los precios de hoja cruda y de 40% en el kilo de pasta de coca, esto a pesar de desmejoras de calidad. Los datos de hectáreas de siembra de coca, el más reciente de 2021 situado en 204 mil hectáreas, tienden a ser imprecisos. Nadie pone en duda que el fin de la aspersión aérea y el desmantelamiento de unidades de erradicación incrementaron el área cosechada. Inclusive, puede que el próximo dato roce las 300 mil hectáreas. Aun así, medir la producción y siembra por interdicciones es problemático.

Diferentes metodologías extrapolan la producción cocalera basados entre el 5%-10% de las interdicciones. Entonces si se decomisa 1 kilo, se estima que se produjo entre 10 a 20 kilos. Esto conlleva a un castigo a la eficiencia, donde una fuerza armada más eficaz resulta con ‘mayor’ producción cocalera. Aun con esta falla, Colombia es responsable aproximadamente de 30% de los decomisos a nivel global. La tendencia identificada por Ricardo Rocha de un equilibrio global de consumo de 400 toneladas de cocaína es probable que se mantuvo durante los 2010.

Es natural pensar que la caída de los últimos cinco años en precios sea derivada de exceso de oferta. Según la ONU el área sembrada en 2020 no solo fue 30% menor al 2021, sino que la productividad aumentó en 10% por hectárea sembrada. Aunque parte de la explicación es mayor oferta, muchas veces incrementos o descensos de producción en Colombia son equilibrados con la producción de Perú, Ecuador y Bolivia. Lo único que explica el colapso de precio de los últimos 12 meses, es la epidemia de fentanilo en EE.UU. No solo está reemplazando la cocaína, sino afectando la totalidad de la cadena de narcóticos.

El fentanilo es el probable causante de un incremento del 50% de muertes por opioides durante 2021 en EE.UU., con tendencia hacia el alza en 2022. Esta droga sintética tiene sus químicos precursores en China, con los carteles de Jalisco y Sinaloa de México organizando su producción y distribución en EE.UU. Siendo 100 veces más poderosa que la morfina, hace rendir a las demás drogas, incluyendo la cocaína. Mientras el costo de producir un kilo de heroína es US$6.000, el mismo de fentanilo es US$200. Si decomisan un kilo, simplemente producen otro más.

La garantía de compra de los carteles fue lo que hizo crecer la coca en el territorio. Si el fentanilo sigue creciendo a este ritmo, los carteles mexicanos se retirarán gradualmente como viene ocurriendo. Pocas veces se había visto un ambiente tan oportuno para la sustitución de cultivos, ojalá no se desaproveche la oportunidad.