El cambio, cuando es sobre lo construido, para poder avanzar y mejorar, normalmente genera esperanza. El cambio, cuando busca modificar todo y volver a arrancar desde cero, lo que ocasiona es incertidumbre acerca de lo que pueda pasar. Esa incertidumbre produce tensión y miedo. Eso es lo que está pasando hoy en Colombia.
El Gobierno Nacional presentó más de quince proyectos de ley entre el 7 de agosto y antes de acabar el 2022. Este semestre va a presentar 16 más. En total 31 proyectos de iniciativa del Ejecutivo, que han priorizado para esta legislatura. Un número insólito, por lo grande, que hace que sea una agenda de gobierno ambiciosa. Los proyectos de ley son de todo tipo: reforma política, jurisdicción agraria, Código Electoral, prohibición del fracking, reformas a la salud, pensional y laboral, Código Nacional de Tránsito, desmonte de vehículos, régimen sancionatorio de tránsito, código ferroviario, modernización de la Policía, Plan Nacional de Desarrollo, entre otros. Queda claro -¿o no?- que se quiere cambiar una que otra cosa.
El primer problema que encontramos es que no se han entregado los textos oficiales de las reformas. Hasta ahora solo se conocen filtraciones de algunas de estas, que hacen que uno cruce los dedos y les ruegue a todos los santos que sean ‘filtraciones oficiales’, para así poder estudiarlas y discutirlas. Hasta el viernes de la semana pasada tan solo se conocían las bases del plan nacional de desarrollo y ese día se filtró su posible articulado. Este lunes, en la tarde, presentaron el plan.
Lo mismo ha sucedido con la reforma a la salud, de la que no existen textos oficiales y la mayoría intuimos lo que se nos viene pierna arriba, por las declaraciones de la ministra, el Supersalud y unos textos que circulan por ahí de manera extraoficial. De la reforma laboral se tiene conocimiento de 18 puntos que, si bien los presentaron de manera oficial y que son los enunciados de unos títulos o titulares, no dicen mucho pues son unas expresiones generales descriptivas, que en teoría van a estar incluidos en la reforma. Se sabe también de la posición oficial de las centrales obreras, que publicaron un comunicado con sus sugerencias. De la reforma pensional, al igual que en la laboral, se conoce su posible contenido por las declaraciones de la ministra de Trabajo. Ni qué decir de los otros doce proyectos de ley, de los que solo han publicado sus títulos. Si no se sabe nada de las reformas más importantes, que son las cuatro de las que aquí se describió la situación, ¿qué se puede esperar de las otras?
Complicado el asunto. ¿Cómo se pretende que no haya tensión y miedo? Quieren cambiar todo y arrancar de cero y ni siquiera dan detalles de lo que quieren cambiar. ¿Cómo se discute sobre algo que no se conoce? La verdad, esto deja muchas dudas. ¿Será que todo es parte de una estrategia?, ¿será que están soltando la información a cuentagotas para explorar cuál va a ser la reacción de la opinión pública? No sé, me genera suspicacias.
Lo único cierto es que hay incertidumbre y preocupación por lo que pueda pasar. Se teme que, en vez de cambiar para mejorar, lo que quieren es empezar de nuevo y volver a barajar la partida, corriendo el riesgo de acabar instituciones que pueden ser susceptibles de mejoras, pero no ser liquidadas. Tal vez por ese miedo al cambio extremo, que genera zozobra, hoy la imagen del presidente, por primera vez, resulta con un desfavorable mayor al favorable. Ojo.