Reencaucho, por su vigencia, parte de esta columna que escribí en agosto de 2019 para mi blog y que fue un clamor de los gobernadores este fin de semana, ante el recrudecimiento de la violencia en nuestro país.

En el escudo de Colombia están escritas tres palabras, que para muchos pueden pasar inadvertidas: Libertad y orden. Tres años después de cuando se disolvió la Nueva Granada, el presidente Francisco de Paula Santander sancionó la Ley número 3 de 1834, que adoptó como símbolo patrio el mencionado escudo.

Es claro que la voluntad de nuestros antepasados no era que escogiéramos entre la una o la otra, o que le diéramos mayor peso e importancia a una de las dos. Por eso usaron la palabra ‘y’, la cual las deja en igual ponderación axiológica.

Hoy, casi 200 años después de nuestra Independencia, creo que lo hicieron bien.

Sin libertad la condena sería la tiranía y el sometimiento del ciudadano por el Estado. No habría libre circulación y libre expresión, ni libertad de mercado y de iniciativa privada, y mucho menos libertades individuales, entre otras.

Sin orden no habría Estado de derecho, separación de poderes -con sus pesos y contrapesos-, no tendríamos lo que para los ingleses y americanos es el ‘rule of law’ (imperio de la ley). Nuestro destino, sin lugar a dudas, sería la anarquía y el caos, que solo le convienen a quienes desde ahí quieren construir una revolución y dejarnos nuevamente adormilados en las manos de los tiranos.

Hoy la pregunta no es cuál de las dos es más importante. Está claro que las dos deben coexistir y convivir en igualdad de ponderación. La pregunta es: ¿Cuál de las dos debe ir primero? ¿Qué es primero, la libertad o el orden? No porque una pese más que la otra, sino porque una sí puede garantizar la existencia de la otra.

Para muchos -y ahí me incluyo-, primero se debe generar orden para así poder garantizar las libertades. Las libertades de los individuos se ejercen en una sociedad donde todos hacemos parte. Un individuo, por más que quiera, no anda solo por ahí nos guste o no, somos seres sociales. Mis libertades llegan hasta donde inician las del otro. Se necesita un orden social, cobijado por buenas costumbres y la obediencia de la ley, para que existan las libertades. Las libertades son tal vez uno de los logros políticos más significativos de nuestra historia y un bien humano, pero deben tener límites para que no se abuse de ellas y nos lleven a la anarquía. Las libertades solo hacen sentido en un entorno social ordenado. ¿Para qué libertades en la anarquía y el caos?

Insisto, nuestra sociedad no puede vivir sin libertad y orden, como lo señalaron nuestros padres. Pero debemos pararle bolas, debemos recuperar el orden social, político, jurídico y moral para poder ejercer nuestras libertades; si no, viviremos en la anarquía y les estaríamos entregando el país a aquellos que quieren que vivamos en un caos para desde ahí ellos sustentar la necesidad de una revolución. Ojo, pues, o nos ordenamos o nos va a llegar la horrible noche.

Hoy solo le añadiría a mi texto original que, como sociedad, no podemos dejar que se pierda el orden. Los criminales y violentos no pueden andar a sus anchas sin que les pase nada. El Estado debe garantizar la seguridad a todos los colombianos; este es un principio democrático, que no le pertenece a ninguna ideología, y es una obligación del Presidente de la República cumplirlo.