Los vallecaucanos tenemos contraída inmensa deuda de gratitud con la preclara dama cuya figura parece escapada de un lienzo de Sandro Botticelli, pero cubierta con traje diseñado en prestigioso ‘atelier’ de alta costura. Nuestra acreedora juzga que el destino manifiesto de esta idílica comarca es vivir –para sobrevivir- bajo el protectorado de quien ha dedicado su meritoria existencia al servicio público, como alcaldesa de Guacarí, secretaria de Salud, gobernadora y presidenta del Senado, cargo en el que tuvo el señalado honor de imponer la banda presidencial a Álvaro Uribe, a quien apoyó votando favorablemente su reelección, lo que le ocasionó la expulsión del Partido Liberal.
Considerados como somos sus coterráneos, creemos que no es justo que se siga sacrificando por nosotros, y que ya habiendo ocupado el Palacio de San Francisco, por sí misma y luego por interpuesta persona, es conveniente para bien de la democracia que abra espacio para que otro vallecaucano acceda a esa posición ya no tan atractiva porque la elección popular de alcaldes le mermó posibilidad de montar maquinaria política en los municipios.
En este momento, las encuestas la dan como favorita para la justa del 29 de octubre. Pero yo, viejo observador de la política, veo que en el tarjetón aparece un rostro y un nombre que de triunfar pueden traer al Valle del Cauca un aire fresco, una mentalidad diferente del quehacer público, un estilo de gobierno sin otear posiciones más elevadas. Ese rostro y ese nombre son los de Óscar Gamboa Zúñiga.
Fui uno de los amigos que le cuestionamos su renuncia al cargo diplomático en la más importante embajada, para venir a competir con quien tiene tanto poder y tan alta posibilidad de ganar la contienda. Me dejó sin argumento cuando me respondió que él no nació en Washington, sino en Buenaventura, y que se siente obligado a presentar una opción distinta para la conducción del Departamento.
Gamboa ha intentado varias veces alcanzar el puesto al que ahora aspira. Lo he acompañado en todas sus campañas porque veo en él a un político con visión amplia de los problemas que aquejan al Valle, y plantea las soluciones que tiene en mente para ejecutar. Su experiencia en el sector público, su comprobada honestidad, sus fuertes vínculos con los entes de poder en Estados Unidos, le darán ocasión de lograr recursos, pues cuenta en el Congreso gringo con gran acogimiento de los líderes de ambos partidos, el Demócrata y el Republicano.
Gamboa, con el embajador Luis Gilberto Murillo, recompusieron las relaciones con el Departamento de Estado y la presidencia de Joe Biden, que salieron maltrechas por los errores de la administración Duque, que se volcó a hacer campaña por Trump, rompiendo la vieja tradición de no intervenir en los procesos electorales de otros países.
Gamboa ha adelantado meritoria campaña sin recursos económicos y sin apoyos burocráticos. Con su integridad personal y su formidable inteligencia, tiene las condiciones requeridas para poner al Valle en la senda del progreso, sin otra consideración que el mejor porvenir de su gente. Es para mí, motivo de orgullo haber acompañado a Óscar Gamboa en este nuevo intento. Ojalá el pueblo vallecaucano capte su mensaje y vote copiosamente por él.