La Argentina, la tierra del mar, de la plata, de la riqueza, ha sido esquilmada por años por los peronistas y neoperonistas. En otros tiempos, era uno de los países más ricos del mundo, una despensa de granos, lana y carne. La inestabilidad política, sumada a la coyuntura global de los años 40, le pasó factura. Un militar, después de abrazar en Italia las ideas de Mussolini, se juntó con los sindicalistas, llegó al poder y permeó a todo el país. Se metió en el alma de los argentinos hasta el tuétano. Lo estatizó y sindicalizó casi todo.
Incluso, después de la era de los militares y las Malvinas, su legado continuó. El resultado final fue hundir al país y la economía en la inopia y la desesperanza, pues la nación hispana más rica de las Américas terminó cooptada por los sindicatos y el propio Estado. Una nación donde se succiona la riqueza para redireccionarla en subsidios que impiden la libertad, la autodeterminación de los individuos y el verdadero desarrollo de su personalidad.
Un país rico en recursos naturales, con 2,8 millones de kilómetros cuadrados, US$650 mil millones de PIB y 46 millones de personas, pero con una pobreza del 40,1% y una pobreza extrema del 9,1%. Además, con una inflación galopante del 140% y tasas de interés increíblemente altas. El peso argentino no vale un rábano y tiene más de 10 tipos de cambio, lo cual genera ineficiencias, arbitrajes y corrupción. Igualmente, el crecimiento económico para el 2023 será de -2,5%.
Con este panorama, llegó Milei. Empezó políticamente con ideas neoclásicas. Posteriormente, se definió como libertario, aun cuando para otros podría ser anarcocapitalista, pues abrazó las ideas de los economistas austriacos Ludwig von Mises, Fiedrich von Hayek y Murray Rothbard. Este último es uno de los más importantes exponentes de esta escuela, a quien se le atribuye haber inventado dicho concepto. Este término no es más que el total respeto a la libertad individual, basado en la propiedad privada y el libre mercado, con un Estado inexistente o casi inexistente, como única solución para el desarrollo individual y colectivo.
No obstante, para los libertarios, el Estado se justifica en cierta forma y en una mayor proporción a efectos de garantizar la seguridad y la justicia en desarrollo del concepto de no agresión. Otros señalan que su fórmula vicepresidencial, Victoria Villarruel, lo podría poner en el grupo de Trump o de los paleolibertarios estadounidenses que, además de la libertad, abogan por la defensa de la familia y la prohibición al aborto.
Lo cierto es que todas estas ideas fueron empaquetadas por Milei como un ‘producto’ y ‘solución’ a la crisis económica y social, por la incompetencia del modelo peronista. El león, como le dicen, rugió y ganó.
Se esperan grandes cambios, con muchas privatizaciones, reducción del aparato estatal e incluso dolarización y eliminación del Banco Central. Como él mismo lo dice, llegó el fin del Estado grande y omnipresente que encarna el modelo empobrecedor. En otras palabras, Milei quiere expropiar al mismo Estado para devolverle la riqueza al pueblo y que este, en ejercicio de su libertad, trabaje, produzca y determine su propia suerte y futuro.