En el convulsionado mundo de hoy, se buscan respuestas rápidas, soluciones instantáneas que alivianen la ‘carga’ de vivir. Claro, se puede asistir donde un psicólogo o psicóloga, se puede tomar algún medicamento, o participar en algún taller o conferencia, buscando ‘afuera’ alguna respuesta. Pero existen medidas más simples, si se quiere, que pueden ponerse en práctica sin ninguna fórmula sofisticada o dependencia del exterior. Más sencillas, pero implican un esfuerzo personal que no siempre es fácil de aceptar.
La necesidad de depender, de seguir buscando papá y mamá sobreprotectores imaginarios, inducen a querer que alguien nos salve y no a intentar, al menos, construir las propias respuestas.
Como el mundo cambia a velocidades supersónicas, la añoranza de lo que fue, pero ya no existe, es uno de los disparadores más grandes de desasosiego y angustia. Aferrarse al pasado, añorarlo, zambullirse en recuerdos por agradables que sean, es una forma rápida de vivir fuera de la realidad. Porque la realidad es ahora, solo ahora. El presente es lo único que se tiene. Las ilusiones, las expectativas, o por el contrario, las añoranzas, la nostalgia, todos estos elementos pueden terminar envenenando la vida porque no pertenecen a lo único real que se tiene, ¡el presente! Pero entonces, ¿cómo vivir en el presente?
¡Qué paradoja que sea el pensamiento un arma de doble faz! Porque en el pensamiento está la razón que ha abierto tantos caminos en la evolución humana. Pero también el exceso de pensamiento es el responsable de tantísima enfermedad mental. Sumergirse en el pensamiento obsesivo, darle y darle vueltas a suposiciones, a ‘deberías’ que nunca se cumplieron, es una manera sutil de envenenarse en módicas cuotas diarias. Por eso es tan necesario buscar el equilibrio con el hacer y el sentir. Salirse del pensamiento para mover el cuerpo, realizar alguna actividad manual, sentir la naturaleza, pequeños detalles que conectan con el aquí y el ahora.
¿Puede creer que si canta en alta voz puede silenciar el pensamiento obsesivo? Sí, la voz aturde al pensamiento… El aquí y el ahora, lo concreto y simple son formulas que ubican en el presente. Pero claro se requiere que no mire para atrás, que no compare (lo que se vivió ya se vivió, era lo que correspondía, no hay marcha atrás), que se ubique en el presente.
No puede educar hijos como lo educaron a usted, no puede vivir como vivió de niño, el mundo es otra cosa. En lo bueno y en lo malo. Vivir en el presente es el reto de construir a diario la vida porque el determinismo y el futuro no existen. Tampoco el pasado que ya se hizo vida en su presente. Entonces no se torture desde el pensamiento y descubra que el sentir es más saludable que el pensar. Y así como asiste diariamente al gimnasio, habitúese a este spinning emocional del sentir. Hacer ‘ejercicios’ diarios con seguridad le construirán una vida más amable. Se sorprenderá de los resultados.
Es Semana Santa. Espiritualidad no es meterse a una iglesia.
Espiritualidad es aprender a vivir en forma coherente, crecer como ser humano, encontrarle un sentido a la vida. Estar en el presente es el camino adecuado para alcanzar el objetivo. Por lo mismo, no mirar para atrás, no torturarse pensando es una de las ‘pastillas’ que construyen salud emocional.