El país se encuentra ante un líder sin rumbo claro, cuyas acciones parecen desconectadas de la racionalidad, exacerbando la división en lugar de unir a la sociedad. Los insultos, las mentiras y las calumnias no solo evidencian la falta de equilibrio mental del presidente, sino que también son su modus operandi para encubrir su pereza en el trabajo, su incompetencia para gobernar y la corrupción rampante que ha caracterizado a su gobierno.
Su narcisismo lo lleva a creerse un mesías destinado a salvar el mundo, convencido de que sus discursos incendiarios basta para silenciar las críticas ante las irregularidades que ocurren en su administración. No hay nada más peligroso que un narcisista en el poder, especialmente cuando no está en plenas facultades, y a esto es a lo que nos enfrentamos hoy.
Pero aún más grave es el hecho de que el presidente romantice cada vez que puede la revolución armada, lo cual agrava aún más la situación y aumenta la preocupación sobre el rumbo del país.
Son frecuentes los discursos en los que el presidente Petro llama a la revolución, instando a los jóvenes a seguir sus pasos. Anuncia su intención de visitar todas las universidades públicas para promover su agitada idea de una constituyente, la cual ha sido respaldada por el Eln, quienes argumentan que su propósito, entre otros, es desmontar la doctrina contrainsurgente.
En sus manifestaciones, Petro desestima todo el progreso alcanzado por el país hasta ahora, abogando por una completa destrucción y reconstrucción desde cero, sin reconocer el trabajo de muchos funcionarios que han construido país, cuidando el valor de lo público por encima de las ideologías o de intereses particulares. Está inculcando a los jóvenes la idea de que los que piensan diferente a él son paramilitares y que cualquier persona que haya ocupado un cargo en el Estado es corrupto. Esta generalización ha llevado a la desestimación de muchos técnicos capacitados, siendo reemplazados por “influenciadores” cuyo único logro es estar alineados con la ideología extrema del presidente. Todo esto forma parte de su estrategia para manipular al “pueblo”, mediante mentiras, populismo y engaños, llevándolos a las calles, haciéndoles creer que los ‘4000 ricos corruptos paramilitares’ son los culpables de impedir el cambio que el país necesita.
En su retórica, Petro vuelve a glorificar su pasado en el M19 y critica a Iván Mordisco por usar irrespetuosamente el nombre de Manuel Marulanda, alias Tirofijo, a quien considera un verdadero revolucionario.
La estrategia de Petro con los jóvenes no se limita a su influencia en las universidades públicas; desde el inicio de su gobierno, hemos sido testigos de su protección a la primera línea. Esta conexión se hizo aún más evidente cuando se declaró abiertamente como parte de este grupo. Lo vimos en Cali, tomándose fotos en el macabro “monumento a la resistencia”, y declarándose miembro de este grupo, vinculado con acciones violentas, como el lamentable asesinato del joven motociclista mediante un cable atravesado en la calle o el incendio de estaciones de policía.
Está complicidad con la primera línea revela una estrategia más amplia de Petro para movilizar a los jóvenes hacia su causa, instrumentalizando la protesta. La protección y la identificación directa con la primera línea sugieren un respaldo implícito a sus acciones que cruzaron la línea de la legalidad y generan violencia.
Además, la reciente suspensión del cese al fuego con las disidencias, lideradas por alias “Mordisco” tras el ataque a la Minga indígena, subraya aún más cómo esta estrategia de milicianización se está llevando a cabo en varios frentes. Este hecho cobra mayor relevancia al considerar que no se había suspendido anteriormente, a pesar de todos los graves incumplimientos denunciados, como el reclutamiento de indígenas de apenas 6 años. La Minga indígena se ha convertido en el ejército privado del presidente, que sale a la calle cada vez que lo necesita.
Otro hecho que refuerza esta teoría es la confesión del apoyo brindado por Iván Mordisco a la campaña del presidente Petro. ¿Podría ser esta la razón detrás del debilitamiento de las fuerzas públicas?
¿Permitiremos que Petro se perpetúe en el poder?
¿Dónde están los líderes que pueden contrarrestar las mentiras y el populismo del presidente? La campaña del 2026 se ha adelantado, por lo tanto, es hora de que salgan de su zona de confort. Todavía estamos a tiempo de evitar que el país se vaya hacia el abismo.