Cuando se está en duelo es muy común lamentarse de que el ser amado no está, con frases como estas:

“Ay, si estuviera aquí yo me sentiría mejor”, “lástima que no está”, “¿cómo voy a disfrutar si no está?, “lo perdí”.

Eso es explicable porque un duelo duele y mucho. La verdad es que hay que erradicar muchas falsas creencias para estar bien.

Nadie está muerto y, los que así llamamos, viven y se manifiestan de distintas maneras para que lo creamos.

A través de mariposas, pajaritos o libélulas. Con su perfume, con plumas, en sueños, o con su buena energía.

Pueden hacer que suene una canción que les gustaba y que un equipo de sonido se encienda para que la escuchemos.

Esto lo compruebo de modo permanente ayudando en duelos, pero las personas sin fe, muy lógicas o racionales no lo creen.

Cree que tu ser amado a veces está contigo, no siempre. Desea que no sufras y disfrutes la vida, incluso en Navidad, aunque no sea fácil.

Hay que hacer cosas sin ganas o el dolor aumenta. Se pierde solo el contacto físico. Tú eliges vivir o sufrir. Nadie está muerto.

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