Callie Rogers ganó la lotería a los 16 años, dejó su trabajo y botó el dinero en rumba, drogas, operaciones estéticas y regalos.
Ya esfumada su fortuna, pudo volver a ser feliz de nuevo. Ser rica la hizo sentir más sola y frágil. Incluso pensó en suicidarse.
A los 30 años estaba ejerciendo de enfermera y había superado el drama de ser rica en plata y no en amor.
En 2002, a los 19 años, Michael Carroll ganó 15 millones de euros en la Lotería Nacional Británica.
Recogía basura, había dejado embarazada a su novia y, por una bronca estando ebrio, era vigilado por la policía.
Cuando sobrevivía con estrechez era un ciudadano más ejemplar que cuando nadaba en la abundancia.
En siete años derrochó el dinero, se portó mal y acabó viviendo otra vez en medio de las carencias y la infelicidad.
Se sabe que el dinero no da felicidad, pero ¿cuántos se estresan o se enferman por tener más y más?
Ganarse una lotería suele ser una fuente de problemas, no de felicidad y paz interior. Dale prioridad al ser sobre el tener.