En cierta ocasión le dijo un sabio monje estas palabras a una persona quejumbrosa e ingrata:
“Vivir es algo supremamente simple: a cualquier cosa que tú hagas ponle lo mejor que tienes”.
No es cuestión de luchar, ni de sufrir, ni de hacer ninguna cosa diferente a ponerle mi entusiasmo.
Sí, dar lo mejor, mi amor y mi energía a lo que hago, hasta donde la vida me muestre que es el punto correcto y exacto.
Muchas veces quieres hacer cosas más allá de lo que corresponde a tus funciones y allí es donde empiezan los fracasos.
Lo que tú estés haciendo, si lo puedes hacer, es lo que te corresponde. Por ello, disfrútalo. No vayas a sufrir por ello.
Si sufro por lo que estoy haciendo, estoy luchando contra la vida. Sí, sufro porque no puedo hacer cosas que me gustaría hacer.
¿Cómo sé que vivo correctamente? Porque no trato de hacer cosas que no me corresponden. O sea, no tengo los recursos para hacerlas.