En 1721 Bach escribió a un Marqués sobre “los pequeños talentos que Dios me ha dado para la música”.

Fue en la presentación que le hizo de sus maravillosos seis Conciertos de Brandeburgo por ser su mecenas.

¡Oh! Juan Sebastián Bach fue un buen creyente y, por lo mismo, ¡una persona humilde!

Veía como pequeños sus inmensos talentos y, no por falta de amor propio, sino por sencillez.

Siendo bondadoso, sabía que en su época era el mejor organista. Es más, ha sido el mejor en toda la historia.

Un día alguien organizó un duelo público entre Bach y un artista francés que al fin no se presentó porque sabía de la habilidad de su opositor.

Al final de su vida el Maestro quedó ciego y le decía a su esposa Magdalena: “Léeme algo de la Biblia”.

En un viaje de la Cápsula Voyager se envió al universo una grabación con música de Bach, como lo mejor que podían escuchar en otros mundos.