Sucedió en una planta de Coca Cola en Venezuela. El general Luis Acosta es seguido por varios periodistas. Abre un empaque de refrescos de malta, toma un generoso trago y, justo cuando los periodistas comienzan a preguntar, los interrumpe con un estruendoso eructo. El resto del episodio es puro trámite. La pregunta: ¿No es un abuso lo que está haciendo general? La respuesta obvia: ante el acaparamiento de la empresa tomamos su producto para el pueblo, la Constitución nos ampara.
El eructo del general es, sin duda, un episodio menor dentro de la tragedia que vive Venezuela. Es nada comparado con el hambre y la muerte por falta de medicinas. Pero dice mucho de las razones por las que Maduro ha podido mantenerse en el poder y quienes son los verdaderos beneficiaros del régimen chavista.
Es difícil encontrar algún otro mandatario que llegue a cometer tantos disparates en serie como Maduro. Desde “los millones y millonas” hasta “la multiplicación de los penes” son una demostración contundente de las torpezas que es capaz. A las que se agregan una incompetencia generalizada para administrar el estado y una corrupción asombrosa aun para los estándares latinoamericanos.
El último disparate del régimen es la incapacidad para proveer perniles en Navidad pese a tener la mayor reserva petrolera del mundo y extensos recursos para el agro. Se trata de organizar la economía para criar cerdos, nada sofisticado. Pues bien, Maduro no vaciló en culpar a Portugal y a la guerra económica. Los barcos con perniles estaban listos pero Estados Unidos, el imperio, no dejó que llegaran a puerto final.
¿Alguien cree semejantes excusas de la guerra económica? Por supuesto que no. Toda Venezuela sabe que entre la incompetencia y el robo está la explicación de todos los problemas de abastecimiento. La reciente condena de los sobrinos de la esposa de Maduro, donde quedó revelado el entramado de corrupción de la cúpula chavista y su competencia interna por los recursos del estado, no deja mayor margen de duda.
Entonces, si el chavismo es tan patético y mediocre, ¿por qué no se cae? No es porque todavía tenga pueblo que lo respalde. Hace rato que los sectores populares padecen más de lo que se benefician de los subsidios, las bolsas de alimentos y las obras del gobierno. La quiebra de la economía ya no deja mayores recursos para hacer populismo.
Tampoco es porque la gente no se movilice contra el régimen. Las marchas de este año fueron impresionantes y en cierto momento hicieron pensar en una primavera venezolana. El asesinato del joven violinista le quitó casi todo el apoyo internacional al chavismo fuera de Rusia y China. Solo algunos recalcitrantes como Podemos en España y los extremistas de siempre en Colombia se atreven a defenderlo.
Pero a diferencia de Egipto, no hubo primavera en Venezuela porque los militares no se sumaron a las protestas de la gente. Todo lo contrario. El estamento militar es el gran soporte de Maduro. Eructan abiertamente ante las cámaras porque son los grandes beneficiarios de la corrupción del Estado y de toda la droga que pasa por Venezuela. Y saben que si el régimen se cae los arrastra con ellos.
De hecho, los generales y sus aliados en el gobierno son el régimen y no la fantasía de una dirigencia civil. Y pareciera que, mientras continúen aliados, el socialismo del Siglo XXI, pese a todos sus abusos y robos, sobrevivirá.
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