¿Se está preparando el petrismo para las elecciones del 2026? Sin lugar a dudas, pensaría que sí. Los síntomas empiezan a darnos muestras de las intenciones del gobierno nacional.

El discurso del Presidente y de un gran número de miembros de su gabinete se ha venido radicalizando. El gobierno del cambio intentó iniciar su mandato con un mensaje de gobernar para todos los colombianos, pero muy pronto migró a hablarle a su base de seguidores más dura, a la más radical. La falta de ejecución, la hemorragia de reformas presentadas al Congreso para cambiarlo todo, los escándalos y especialmente la incertidumbre, han socavado de manera vertiginosa su favorabilidad.

El Presidente ganó, obviamente, por una mayoría, pero corta, donde el 49,56 % no votó por él. Sin embargo, al inicio de su gobierno la favorabilidad aumentó frente al porcentaje con el cual ganó, pero la caída —ya explicada— en la aceptación del primer mandatario parece que lo fue llevando a hablarle a su base social electoral.

Pero el cambio no solo fue en el discurso, también lo materializó con su equipo. Pronto salieron del gabinete Alejandro Gaviria, Cecilia López y José Antonio Ocampo, para nombrar solo a los más conocidos; lo cierto es que fueron muchos más. Lo interesante es que estos no fueron reemplazados por técnicos moderados, sino por personas muy cercanas, personal e ideológicamente, al Presidente y en otros casos los recién llegados fueron activistas. Estos nuevos síntomas nos ratifican que la decisión de atrincherarse en su nicho de adeptos más leales no es espontánea, más bien ha sido estructurada y bien pensada.

El resultado de esta estrategia se ve reflejado en las diferentes encuestas, las cuales muestran que el presidente mantiene, pase lo que pase, un grupo de seguidores fieles que no se mueven y que puede variar, dependiendo de la encuesta, entre un 30 % a un 35 % de los colombianos.

Dicho lo anterior, el Gobierno y sus asesores deben entender que de consolidarse en esa base social, ellos podrían tener un número importante de senadores y representantes a la Cámara. Y, ¿por qué no?, tener un candidato competitivo a la presidencia. Cualquier candidato que tenga el 30 % estaría asegurando el tiquete para la segunda vuelta. Y ya concluimos que ellos lo tienen.

Los cambios, por lo que vimos esta semana, no han terminado y los indicios se acentúan. Trajeron de regreso a Armando Benedetti, lo cual podría indicar que viene a dar línea para la próxima campaña electoral, tal como lo hizo en la pasada campaña presidencial. Seguramente en los siguientes meses veremos nuevas renuncias de funcionarios, los cuales deben hacerlo para no inhabilitarse en los comicios venideros.

No tengo dudas de que el petrismo se viene alistando para las próximas elecciones, y no es solo en los últimos días. Lo viene haciendo ya hace ratico; hay que estar atentos y no descartarlos solo por la caída de su aceptación.

No se equivoquen, el petrismo tiene fuerza. Cuenta con su base social —que parece inamovible—, está en el poder y les está hablando casi que exclusivamente a sus adeptos. Tiene la capacidad de hacer obras para ellos y también tiene las transferencias monetarias (subsidios) para ellos. Es indudable que se están preparando para el 2026 y solo con su base social, que —pónganle que en el peor de los casos fuera del 25%— son competitivos y es un número muy, muy grande de colombianos que los sigue, pase lo que pase.