Dice el Concilio Vaticano en su número 77, “en estos últimos años, en que el dolor y la angustia de la humanidad persisten todavía agudísimos por la realidad de la guerra o por la amenaza, la familia humana ha llegado a la hora de su mayor peligro. En el proceso de su madurez, y cada día más consciente de ella en todas partes, no logrará realizar la obra que le corresponde, es decir, construir un mundo verdaderamente humano para todos los hombres, mientras no se vuelvan todos hacia una verdadera paz con ánimo renovado”.
Continúa: “Por eso, el Concilio, al ilustrar la verdadera y nobilísima esencia de la paz y condenar la monstruosidad de la guerra, pretende hacer un fervoroso llamamiento a los cristianos para que, con la ayuda de Cristo, autor de la paz, cooperen con todos los hombres a afianzar la paz en la justicia y en el amor mutuo y preparar los instrumentos de la paz”.
El Señor Arzobispo de Cali nos transmite el pensamiento de los señores obispos de Colombia, quienes inquietos por la situación tan compleja que atraviesa el país, y en la proximidad también de las jornadas electorales del mes de octubre, que se encuentran en el documento: “Hacia una pastoral para la reconciliación y la paz”, y allí nos recuerda lo que propone San Juan Pablo II como metas para conseguir la paz, que sin duda no se limita al silenciar las armas, y entonces propone tres objetivos esenciales: 1. El diálogo entre las generaciones, base para realizar un proyecto compartido. 2. La educación, como factor de libertad, responsabilidad y desarrollo. 3. Trabajo, para una realización plena de la dignidad de la persona humana. Estos tres elementos son esenciales para la gestación de un pacto social, sin el cual todo proyecto de paz es insustancial.
Desde 1962, inicio del Concilio Vaticano II, en el documento Gaudium et Spes en su capítulo V, números 77 y siguientes, el tema es la Construcción de la paz, y es constatado por quienes participaron en él, la angustia y el dolor de la humanidad, por la ausencia de ella. La Conferencia Episcopal de Colombia en este año 2023 nos habla de la angustia que los inquieta ante la situación tan compleja que atraviesa el país, y en perspectiva las elecciones de octubre, y nos cita el documento hacia una pastoral para la reconciliación y la paz.
También, nos trae la propuesta que en ella se cita de San Juan Pablo II, como bases esenciales para un verdadero pacto social; pero a ello sumémosle la proclama de Bolívar, infaltable en estos momentos: “¡Colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro”.
Estos son solo tres citas, de tantas que se pueden traer a colación para decir: ¿A quién tenemos que oír, escuchar, obedecer, para lograr que todos los colombianos busquemos la felicidad en la realización de una Colombia en paz? Necesitamos verdaderamente tener la capacidad de encontrarnos, para escucharnos, y escuchándonos, nos entendamos y así mirando cara a cara al otro, aunque sea mi opositor, aceptarlo, entenderle sus razones, y unirnos en lo importante, en lo común, en el bien para todos, y ponernos de acuerdo para que trabajando juntos, logremos la Paz deseada, pero como el libertador, tenemos que aprender a morir a nuestros egoísmos y dejar que crezca la patria.