Al concluir este oportuno libro, de 2021, de Fernando Calvo Gonzalez-Regueral, cuyo subtítulo: ‘Una historia de la humanidad a través de la guerra’ ya lo anuncia, la guerra siempre ha acompañado al Homo Sapiens desde su inicio, y el hecho es que en todo tiempo hay alguna guerra en algún espacio; y siempre han sido violentas y por un beneficio económico (comida, trabajo, recursos, rutas, comercio) o para extender una ideología que ayude a dominar y explotar un territorio, o para controlar a sus habitantes. Guerras aupadas por la tendencia a la violencia del Homo Sapiens, los que, precisamente con su sapiencia ‘perfeccionan’ las armas y la organización militar.
Las armas han evolucionado permanentemente si bien hay momentos en que cambian del todo como, a partir del uso de la pólvora, con las armas de fuego: pistolas, fusiles y cañones de todo tipo, luego con los tanques, helicópteros y aviones, barcos artillados, sumergibles y, finalmente, con submarinos con misiles de largo alcance y cohetes intercontinentales, portadores de bombas atómicas o nucleares. Pero sin que fuera su propósito, la búsqueda de mejores armas incentivó el desarrollo industrial de nuevas tecnologías, lo que redundó en el apoyo a las ciencias pertinentes, facilitando grandes adelantos para el transporte terrestre, naval y aéreo, y por tanto para el comercio internacional.
Luego de sus inicios elementales, propios de las tribus, la organización militar agrega a la infantería la caballería y los coches de caballos, y mucho después los transportes militares terrestres, navales y aéreos; junto con la subdivisión en ejércitos, armadas, fuerzas aéreas y fuerzas especiales, todos cada vez más grandes, a su vez progresivamente subdivididas; y la logística, la estrategia y la táctica evolucionan cada vez más. Los comandantes más exitosos son considerados a lo largo de la historia como héroes, pero también algunos son señalados como criminales, sobre todo en los últimos siglos, pues al fin y al cabo la guerra es un crimen como afirma Fernando Calvo.
Después de muchos siglos de poner sitio a las ciudades, ahora la ‘guerra’ surge en sus calles: tiroteos, asesinatos, atracos, robos y demás, y está la nueva ‘guerra’ en las vías, la que en algunas pobladas ciudades sus accidentes causan más muertos que la delincuencia. Para controlar a sus habitantes surgió la Policía, derivada del Ejército y, finalmente, las ciudades más ‘pacíficas’ son las que tienen más policías por cada 100 mil habitantes (ONU) y por supuesto menor desigualdad socioeconómica, pero, como se dice, “no todos los pobres son violentos, como tampoco todas las personas violentas son pobres” y lo son mucho más sí son Homo Bellicus con poder.
Por eso una verdadera paz, entendida como una situación en la que no existe lucha armada en un país o entre países (DLE) no debe ocultar que entre los Homo Sapiens debería ser ante todo “una relación de armonía entre las personas, sin enfrentamientos ni conflictos” (DLE) inculcada desde la crianza y luego a todo lo largo de la educación, mediante una especie de selección democrática que privilegie a los Homo Sapiens sobre los Homo Bellicus, y no que estos vigilen y controlen totalmente sus países mediante sus dictaduras, como abundan en la historia de la humanidad, pero ahora con armas atómicas en sus manos con las que cínicamente amenazan al mundo.