Nunca casi todo cambió tanto y tan rápido en tantas partes y para casi todos, como en las últimas décadas, afectando la geografía e historia del mundo; nunca creció tanto y tan rápido su población y la duración promedio de la vida, y ya más de la mitad habita en ciudades cada vez más grandes y muchos pueblos dejaron de serlo; las ciencias, las técnicas, la economía, lo social, las artes y la política cambiaron; y lo cultural se ha alterado para muchos, pues las migraciones son cada vez más frecuentes y masivas. Todo ha llevado a una creciente globalización cuyas consecuencias futuras, buenas o malas, a corto o largo plazo, son ignoradas por la mayoría de los habitantes del planeta.
El muy rápido desarrollo en los últimos siglos de las ciencias y en general de todos los conocimientos, permitió el pronto y significativo desarrollo de las técnicas tradicionales y el surgimiento de muchas otras antes inexistentes, cambiando por consiguiente la economía, formal o informalmente, que pasó al liberalismo, y luego al capitalismo salvaje, el consumismo, la obsolescencia programada y los multimillonarios, y a la preeminencia de la propiedad privada sobre lo público. En lo social disminuyen las discriminaciones basadas en el origen, aspecto, recursos o creencias de las personas, y las segregaciones de raza, etnia, género o sexuales son cada vez menores en más partes.
Con respecto a lo cultural, está el gran avance del turismo masivo, la generalización de lo cosmopolita, y los viajes y visitas de estudio; pero las inmediatas transculturaciones resultantes están acabando con las tradiciones, usos, empleos, gustos, artes, modos de vida y moral, propios de cada lugar, o se los vulgariza para comerciar con ellos; o se los llevan irrespetuosamente a otros sitios, en los que son extraños o molestos para sus habitantes, o imponen violentamente sus creencias. Y si cada vez hay muchísimos menos analfabetas y los estudios y el bilingüismo se extienden, la calidad, la pertinencia y el cubrimiento de la educación y el civismo deja mucho que desear en muchos países.
Y está la posibilidad de una nueva guerra mundial, pero ahora con armas nucleares, el cambio climático avanza, el mal uso de la inteligencia artificial, el internet y los celulares crece, y los robots eliminan empleos; sigue el terrorismo, el narcotráfico y la delincuencia a todos los niveles; y la falta de ética y las amenazas a la democracia debidas a la demagogia, la polarización, las mentiras, la corrupción y la abstención en las elecciones, las convierten en dictaduras “elegidas” por minorías. Situaciones y crisis recurrentes que demandan más cooperación internacional para lograr su control, en la medida en que actualmente buena parte de todo esto afecta a casi todos en todo el mundo.
De todos estos temas se ha escrito con frecuencia en esta columna desde hace más de 20 años, aunque más sobre algunos, como es el caso de su incidencia en las ciudades y su arquitectura, siempre con ayuda de muchas lecturas y viajes de estudio, pero una reciente presentación sobre lo posmoderno de Ricardo Villaveces, columnista de El País de Cali, me estimuló esta corta síntesis. Conclusiones que serán diferentes en cada parte de la Tierra, más válidas para unas cosas que para otras, y desiguales para cada persona, que las interpretará a partir de sus experiencias y visión del mundo, agregando otros asuntos, o ignorando, corrigiendo, completando u oponiéndose a algunos de los aquí planteados.