Claramente, la pobre Venezuela no es el modelo que alguien con dos dedos de frente quisiera para su país. Sin embargo, a menos que se tomen medidas serias en un término muy corto, en unos pocos años Colombia estará igual a Venezuela: enfrentando apagones y racionamiento eléctrico.
De acuerdo con información de la UPME, en la actualidad el margen entre la demanda y la oferta eléctrica es del orden del 9%. Sin embargo, en la medida en que, aun con el estancamiento de la economía, la demanda está creciendo a un ritmo acelerado del orden del 7% y que la oferta no está creciendo a igual paso, este margen podría virtualmente desaparecer en dos o tres años, lo que obligaría a todo el sistema a operar sin paros para mantenimiento, lo cual es técnicamente inviable.
Aunque para 2023 estaban programados para entrar en línea 893 Megavatios de generación hidráulica, 343 de generación térmica, 4.558 de generación solar y 1.014 de generación eólica, solamente ingresaron 94% de la nueva generación hidráulica y 86% de la térmica, para un total de 935 Megas de generación tradicional, equivalente a un 5% de la capacidad instalada. De los 5.572 Megas de las ERNC (energías renovables no convencionales) solo ingresaron 207 de generación solar. O sea, nada.
En lo que va corrido de 2024 han entrado a operar aproximadamente 1.000 Megas de generación solar. Como la capacidad de generación real de las ERNC es del orden de un 20-25% de la declarada, todo el aporte que hasta ahora ha recibido el sistema por concepto de generación solar apenas equivale a unos 200 Megas de energía firme. Y ni qué hablar de la generación eólica. Enel ya canceló sus tres proyectos, Celsia busca a quién entregarle los suyos y no es claro si los demás seguirán ni, si lo hacen, cuándo operarían. Del fantasioso plan energético del gobierno Duque no quedan ni trizas.
El hecho es que no hay luz en el panorama de la oferta eléctrica. Ni siquiera la reciente subasta de cargo por confiabilidad para asegurar nueva energía firme para 2027 y 2028 cumplió con este fin, y solamente se asignaron 244 gigavatios hora día, contra una demanda esperada de 263. Y si ya para dentro de tres años se visualizan enormes problemas, pensar en los efectos de El Niño que volverá en seis u ocho años produce escalofríos.
En El Niño que acaba de pasar, a pesar de contar con un margen razonable entre la oferta y la demanda y de que el parque térmico fue despachado al ciento por ciento durante toda su duración, Colombia estuvo a días, horas quizás, del racionamiento. No solo es probable que en los próximos años se presente el racionamiento, sino que es claro que en el próximo Niño este será inevitable, a menos que desde ahora se tomen decisiones racionales para a fortalecer la capacidad de generación nacional.
La CREG debe convocar sin dilaciones a una subasta de cargo por confiabilidad que incentive la participación de generadores térmicos, quienes son los únicos que realmente ofrecen generación firme. Colombia necesita a la mayor brevedad por lo menos mil Megavatios de generación térmica adicional, y para instalarlos los inversionistas requieren reglas que garanticen protección de su rentabilidad, incluyendo la disponibilidad futura de gas. Sin esta adición urgente al parque generador, Colombia estará en poco tiempo igual a Venezuela: enfrentando apagones y racionamientos eléctricos.