La semana anterior Estados Unidos tomó importantes decisiones en materia política e independientemente de que gusten o no, lo que fue claro es que las decisiones adoptadas fueron contundentes y mostraron que el empate que pronosticaban todas las encuestas no se dio.
Tener una clara mayoría de los votos de los colegios electorales, ganar el voto popular y quedar con mayoría en ambas cámaras fue un triunfo indiscutible. Esa es la democracia y en ella hay victorias y derrotas. Lo importante es asumir los resultados con altura, como lo han hecho Biden y los demócratas en general. Lo que se viene es muy incierto y difícilmente se puede ver con mucho optimismo el futuro, dados los antecedentes de un personaje como Trump.
Muchos son los interrogantes que se plantean y pocas las respuestas. Quizás de las pocas cosas que se pueden afirmar con alguna certeza es que Trump es impredecible y él se jacta de ello. Le gusta siempre sorprender y eso tiene mucho que ver con otra característica que lo distingue: su carácter transaccional. Es decir, le gusta negociar. Entregar algo a cambio de algo donde él se sienta ganando, pues se considera a sí mismo un gran negociante.
Poco le importan los principios o las consideraciones morales o éticas; le importan los resultados que lo favorezcan y, si es en lo personal, pues mucho mejor. Esa manera de ser nos puede traer más de una sorpresa. Frente a un caso como el de Ucrania, donde se presentan tantas preguntas e inquietudes y dice estar en capacidad de terminar el conflicto, seguro está pensando en negocios de armas, entregas de territorio y de lograr a cambio algo por parte de Rusia. En el tema de la OTAN, puede que vuelva a sus planteamientos del gobierno pasado, pero tampoco sería extraño que apoye el fortalecimiento del grupo inmerso en una carrera armamentística, siempre y cuando sean, en gran medida, compras a las empresas de defensa de los Estados Unidos. Es decir, cualquier cosa puede pasar.
En algo que parece menos difícil de pronosticar es que seguirá impulsando una actitud aislacionista y proteccionista y, por la vía de los aranceles que tanto le gustan, fortalecerá su posición para lograr ventajas en aquellos casos en que acceda a reducir la protección. Es decir, nada será gratis. Ojalá el gobierno colombiano no siga impulsando el error de abrir negociaciones del TLC, pues nos puede resultar muy costoso.
Por otro lado, parece haber aprendido de la improvisación con que inició su anterior gobierno y está nombrando funcionarios en cargos claves con bastante anticipación. El perfil, hasta ahora, indicaría que en muchos casos vamos a ver una línea dura en temas como inmigración y quién sabe hasta dónde llegue con un desmantelamiento del Estado, donde parece tener a Milei de gran inspirador, y con Musk, que sí sabe llevar las cosas al límite, el proceso puede ser bastante traumático.
Habrá que ver qué es lo que se viene, pero son muchos los interrogantes, pues seguro hará gala de lo que le gusta: ser impredecible.