La pugna, la zozobra, los insultos, las calumnias, las promesas falsas, la plata por debajo de cuerda que compra conciencias y votos, los tamales recalentados, la suciedad de Cali en los postes con caras distorsionadas por la lluvia y el polvo de ciertos candidatos, ya será un pasado. Afortunadamente. Hacía años que no veía una campaña tan sucia en Cali. Ya de por sí la política me produce escalofríos, pero esta fue la tapa del congo.
A falta de argumentos sólidos y programas idem, se ha tratado de enlodar el nombre de Alejandro Eder Garcés por todos los medios. Desde declaraciones, imitando su voz con Inteligencia Artificial, hasta demandarlo porque “no es colombiano”.
No sé quién ganará la contienda, porque este artículo lo escribo el lunes. Pero sí quiero dejar por escrito por qué votaré por él.
Alejandro Eder no solo tiene la preparación profesional, sino la experiencia para manejar esta ciudad que se salió de madre, en la que las tractomulas transitan por los carriles del MÍO, las motocicletas se han convertido en una amenaza pública, las puñaladas y atracos son el pan nuestro de cada día y la corrupción se esparce como una telaraña gigante que nadie detiene.
Alejandro es especialista en Políticas de Seguridad y Resolución de Conflictos. Fue Director de la Agencia Colombiana para la Reintegración desde el 2010 hasta el 2014. Candidato a la Alcaldía de esta ciudad en 2019. Graduado en Relaciones Internacionales y Filosofía en Hamilton College y Magíster en Relaciones Internacionales en la Universidad de Columbia.
Pero lo más importante, y me consta, es que se ha peatoneando Cali de arriba para abajo desde hace años. Desde muy joven tiene decidido que quiere trabajar por su país. Una vocación de servicio incondicional. Ha trabajado sin descanso con los ciudadanos más vulnerables, madres cabeza de familia, jóvenes de alto riesgo y víctimas del conflicto armado. Desde muchos años antes de que se metiera en las aguas turbulentas de la política.
Precisamente se metió a nadar en ellas por su conocimiento a fondo de la problemática de la ciudad. Decidió presentar su nombre en las pasadas elecciones después de ser Director de Propacífico, organización público-privada dedicada a impulsar proyectos de alto impacto para el desarrollo integral del Valle del Cauca y la Región Pacífica.
Cali lo quiere y lo conoce. Su contacto y trabajo incansable con los estratos más frágiles datan de mucho tiempo atrás. La Fundación Francisco Esperanza, Tecno Centro Pacífico, sindicatos, poblaciones desplazadas lo conocen y saben de su honestidad a rajatabla y de su compromiso incondicional.
Lo han atacado de manera rastrera por pertenecer a una familia pudiente, pero se olvidan de que con los aportes desinteresados de su familia, precisamente, Cali tiene la Universidad del Valle, una de las mejores en el país, la Fundación Valle del Lili que es la mejor clínica a nivel latinoamericano; que no existirían si su abuelo y su tío abuelo no hubieran regalado los terrenos para su construcción. Y el Valle del Cauca, que a mediados del Siglo XIX era una planicie anegada y a un futuro se convirtiera en un emporio de fertilidad e industria, y en un polo de desarrollo. Tenemos una memoria frágil. Es más fácil insultar, calumniar y polarizar que reconocer y recordar.
Alejandro Eder tiene una hoja de vida inmaculada. Sería una perdida para esta ciudad, si no le damos este voto de confianza para que maneje el timonel. Si gana, encontrará turbulencias, tsunamis, airados poseidones, que estoy segura sabrá capotearlos. Enrutar la ciudad por otros cauces.
No dejemos escapar esta oportunidad. Domingo en la noche Ite Misa Est. O damos un paso adelante o seguimos en el remolino. De cada ni de nosotros depende. No hay marcha atrás.