Hay que recordar a los más de 250 millones de migrantes en el mundo, de los cuales 22,5 millones son refugiados y que son, como lo recordaba Benedicto XVI, hombres y mujeres, niños, jóvenes y ancianos que buscan un lugar dónde vivir en paz. Para encontrarlo, muchos de ellos están dispuestos a arriesgar sus vidas a través de un viaje que, en la mayoría de los casos, es largo y peligroso, o están dispuestos a perder todo lo alcanzado en muchos años de trabajo y arriesgan sus vidas a través de un viaje largo y lleno de dificultades, soportando el cansancio, el sufrimiento, la soledad de los suyos, saltando alambradas y escalando muros que se levantan para no dejarlos llegar a su destino.
Para todos estos hombres valientes y mujeres generosas es el mensaje que se transmitirá en la Jornada Mundial por la Paz que dirige el papa Francisco a todos los pueblos del mundo en el primer día del año 2018.
El deseo del papa Francisco, como el de la Iglesia, que sigue como discípula a su maestro el Señor, es abrazar con espíritu de misericordia a todos los que huyen de la guerra y del hambre, o que se ven obligados a abandonar su tierra a causa de la discriminación, la persecución, la pobreza y la degradación ambiental.
En el Siglo XX la interminable y horrenda serie de guerras, conflictos, genocidios, limpiezas étnicas, que no lograron en el nuevo siglo un verdadero cambio profundo de sentido y así siguen provocando los desplazamientos forzosos dentro y fuera de las fronteras nacionales, nos obligan a poner nuestras miradas en el sinnúmero de poblaciones y personas que buscando una vida mejor, y por el deseo de dejar atrás la desesperación de un futuro imposible de construir, se ponen en camino para reunirse con sus familias, para encontrar mejores oportunidades de trabajo, salud, educación: quien no puede disfrutar de estos derechos, no puede vivir en paz.
Aunque unos migran siguiendo normas y regulaciones, el desespero, el miedo, la falta de seguridad y oportunidades y cuando las vías legales parecen imposibles, se bloquean o son lentas, deben tomar vías que les hacen más dolorosa y tortuosa su situación y agrandan el sufrimiento y su angustia. Para ello el papa Francisco con una mirada bíblica propone a los gobernantes del mundo y a los dirigentes políticos cuatro pilares sobre los que deben buscar la solución humana de estas migraciones, a saber: acoger, proteger, promover e integrar, así se garantiza la dignidad integral y el cambio de actitud viendo en positivo las migraciones como enriquecimiento y verdadero sentido de humanidad.
Es aquí en donde hay que soñar, imaginar más allá como lo propone Lennon en su canción ‘Imagine’, “puedes decir que soy un soñador, pero no soy el único. Espero que algún día te unas a nosotros, y el mundo será uno solo. Imagina que no hay posesiones, me pregunto si puedes. Sin necesidad de gula o hambruna, una hermandad de hombres. Imagínate a todo el mundo, compartiendo el mundo…”.