En octubre pasado, la Universidad del Rosario publicó su noveno estudio de percepción de jóvenes que encuestó a 2001 colombianos entre los 18 y los 32 años. De allí salieron a la luz varios datos interesantes. Lo primero que me sorprendió muchísimo, es que los tres principales problemas que según ellos más los afectan, son en su orden: inseguridad en las calles, falta de empleo, y demoras en la atención en salud. Aún más interesante es que estos tres problemas doblan los tres siguientes, que son la corrupción, la falta de acceso a la educación superior y la pobreza. Mucho más atrás quedan temas como la desigualdad, los problemas ambientales, y la discriminación. Ni hablar del supuesto incumplimiento de los acuerdos de paz o la polarización política, que se ubican en la cola de sus preocupaciones.

Ahora bien, esta radiografía muestra una juventud mucho menos mamerta de lo que se pensaba. Es más, los jóvenes que se ubican en la derecha (37%) casi doblan a los de la izquierda (19%), quedando escasamente detrás de los que se ubican en el centro (43%). Y si bien el presidente Petro mantenía una favorabilidad del 52% en este grupo, su desfavorabilidad sumaba 41%, y la de su gobierno se rajaba en confianza y representación. Si a esto le añadimos que cuando se le enumeran los presidentes latinoamericanos, el 35% se identifica con Nayib Bukele, superando con creces los porcentajes sumados de todos los presidentes de izquierda, empezamos a entender esta nueva realidad.

Es claro entonces, que el dominio de la izquierda en el voto joven es débil y podría derrumbarse fácilmente. La inseguridad en las calles y la falta de empleo, principales preocupaciones de los jóvenes, siguen latentes en las principales urbes, a pesar de valientes esfuerzos de los nuevos alcaldes. En el caso del desempleo juvenil, la tasa de desocupación se ubicó en un escandaloso 19.3% y en aumento (esto es en el rango de los 15 a 24 años de edad). Quiere decir que uno de cada 5 de esos jóvenes que activamente están buscando trabajo, no lo encuentran; y con el estancamiento económico ya encima nuestro, el panorama económico y de empleo solo se les nubla más.

Entendamos entonces que nunca los jóvenes habían estado tan en peligro como ahora. Peligro de ser atracados en las calles, peligro de ser reclutados por grupos ilegales en el campo, peligro de caer en las redes del narcotráfico, peligro de no tener empleo por mercados laborales inflexibles producto de reformas absurdas, peligro de no tener acceso a la salud porque el gobierno estatizó el sistema, y peligro de no poder pensionarse porque también el gobierno se apropió del ahorro pensional. No es por otras razones que los jóvenes son de lejos quienes más migran al exterior, y en números crecientes y alarmantes, durante el actual gobierno. No encuentran a presente ni perciben a futuro, oportunidades en el país. ¡Toda una tragedia!

El hecho es que la izquierda no tiene un plan ni unos resultados que mostrar para los jóvenes. Sus banderas ambientales y la paz ya no captan su foco, y en el caso de la primera, nunca fue autoría de la izquierda. En consecuencia, y ante el desengaño frente a sus supuestos redentores, la responsabilidad entonces recae en el centro y la derecha del espectro político, de presentar a los jóvenes de Colombia, una propuesta de país con la que se vean identificados. Y si ellos la entienden, la ven creíble y la acogen, el país tomará otro rumbo en el 2026, y todos tendremos futuro.