No genera sorpresa que las mujeres hayan liderado en 2022 la creación de empresas en Colombia, con un 62,5% del total, que asciende a 143.466 nuevas unidades productivas, según cifras del Registro Único Empresarial y Social (Rues), que consolida información de las Cámaras de Comercio del país.
Sin duda, los esfuerzos que ha hecho Colombia en los últimos años en materia de política pública y en articulación público-privada para apoyar a las mujeres empresarias han dado resultados. Pero no solo en el campo del emprendimiento empresarial. También son líderes en promover el trabajo colectivo en diversas regiones colombianas.
Según el estudio ‘Asociatividad: Mecanismo para la transformación productiva del sector agrícola colombiano’, realizado por Confecámaras con el apoyo de las Cámaras de Comercio con el objetivo de destacar el papel de estas organizaciones en el fortalecimiento de la productividad, la competitividad y la sostenibilidad de las regiones del país, en promedio el 50% de las personas que integran las asociaciones encuestadas son mujeres y tienen un rol de liderazgo del 55%.
Teresita del Socorro Mazo, de Zaragoza, Antioquia, sobre la razón para desarrollar la organización afirmó: “Un grupo de mujeres crea la asociación a raíz de la problemática de la minería (…) Su objetivo era tener independencia económica para evitar la violencia hacia ellas”. Por su parte, Esilda Acosta, de Los Palmitos, Sucre, aseguró que “debido a la escasez de la pandemia madre cabeza de hogar crea la asociación para sacar a sus hijos adelante”.
Son testimonios del empoderamiento femenino en las regiones del país, que es necesario continuar estimulado con el objetivo de cerrar brechas y promover el fortalecimiento del capital humano, el crecimiento económico y el bienestar social.
Según CAF (Banco de Desarrollo de América Latina), las cifras siguen reflejando una situación productiva y social desventajosa para las mujeres en comparación con los hombres: tienen menor participación laboral, devengan menores salarios y dedican más tiempo al cuidado familiar y doméstico sin remuneración. Por su parte, un reciente informe del Dane señala que el desempleo en hombres llega al 9% mientras que el de las mujeres al 14,1%.
Entre las brechas que es urgente cerrar está la inclusión financiera a través de programas adaptados a sus realidades e idiosincrasia.
Asimismo, modernizar la legislación para facilitar el acceso de la mujer al mundo laboral, crear incentivos en la calificación de la mano de obra de las mujeres, acceso a educación de calidad e igualdad de oportunidades. Y, sobre todo, no infravalorar sus condiciones de liderazgo, respetar sus derechos y protegerlas de la violencia de género.
Colombia tiene en la fuerza de las mujeres una gran oportunidad para su reactivación. El dividendo social y económico será muy importante si logramos derribar las barreras que las afectan y continuar modernizando la política pública para impulsar su empresarismo y su valioso aporte al bienestar de nuestra sociedad en múltiples campos.