Tuve ocasión de participar en un panel del Foro ‘Estado de la Nación, los retos de Colombia en tiempos de cambio’, organizado por la Universidad del Rosario, El Tiempo y la Fundación Konrad Adenauer, en donde resalté varios puntos de análisis para el país que arrojan las cifras del comportamiento de los fundamentales macroeconómicos y la dinámica empresarial.
En primer lugar, pese a que Colombia ha venido creciendo principalmente a través del consumo de las familias y de las empresas, éste viene desacelerándose de una manera fuerte, lo cual refleja además de factores como la alta inflación, la incertidumbre que hay en el ambiente, por lo que es fundamental trabajar de manera articulada los sectores público y privado en fortalecer la confianza.
En segundo lugar, es necesario resaltar que sobre este telón de fondo se mueven alrededor de millón 800 mil empresas formales que hay en el país. El año pasado se crearon 310.000 unidades productivas nuevas, manteniendo Colombia una dinámica empresarial muy positiva. Esta dinámica es un predictor de crecimiento económico, como lo señaló Anif: en 2021 el PIB creció 10,7% y la dinámica de creación de empresas fue el 10,6%. Para 2023, el Banco de la República pronostica un crecimiento del 0,2% y el Gobierno que será del 1%, y la dinámica de creación de empresas en 2022 creció el 1%.
En este marco, es importante señalar que el país cuenta con un tejido productivo cuyo núcleo son las microempresas, dado que son alrededor del 96% de los empresarios formales. De allí la importancia de que cuando se habla de empresarios la referencia no sea exclusivamente sobre grandes o medianos, sino sobre micros y pequeños, que son la mayoría.
De otro lado, hay que señalar que la mortalidad empresarial sigue siendo alta, dado que de cada 10 empresas que nacen, a los cinco años sobreviven 3, una mortalidad del 70%, mientras que el promedio en la Ocde es del 40%. Esto hace indispensable continuar trabajando de manera muy fuerte en que los empresarios sobrevivan.
Para ello, los programas públicos y privados no solo deben enfocarse en fortalecer a las empresas, sino en lograr que se movilicen, es decir, que crezcan en su tamaño para que se consoliden. Y para hacerlo no solo es necesario despejar la incertidumbre, sino definir hacia dónde se debe dirigir la política pública.
Un ejemplo son los procesos exitosos que se han gestionado con los 148 clúster empresariales que hay en las regiones, que albergan a empresarios de todos los tamaños y actividades económicas, en donde unos les venden a los otros, unos más producen materias primas y otros servicios para el mismo clúster.
También, insistir en promover la productividad como lo hemos hecho con el programa Fábricas de Productividad, con el que hemos logrado un crecimiento del 31% en la productividad en 5.000 empresas impactadas.
Finalmente, incentivar la formación de capital humano de calidad y acorde con las necesidades de las empresas y las vocaciones productivas de las regiones, a través de formación para el trabajo y educación dual, claves para incrementar las oportunidades laborales e impulsar el desarrollo empresarial.