No existe mejor negocio que construir de manera colectiva los propósitos del país. Esto es especialmente importante en la actual coyuntura en la que se construye el Plan Nacional de Desarrollo para el próximo cuatrienio, que ojalá cuente con el aporte de múltiples sectores para aprovechar lo mejor de su conocimiento y experiencia con el fin de que Colombia avance en temas fundamentales como el crecimiento económico, el desarrollo social y la equidad, y así alcanzar un mayor bienestar en nuestra sociedad.
En este mismo sentido, contar con un diálogo amplio en temas clave como las reformas pensional, de salud y laboral para que respondan a los nuevos tiempos, pero que también construyan sobre lo construido. O contar con una gran reflexión alrededor de la minería y los hidrocarburos y la necesidad de compaginarlos con la sostenibilidad ambiental. Porque, sin duda, el mejor negocio para el país es que la sociedad trabaje unida con el objetivo de convertir los anhelos de sus habitantes en políticas públicas de alto impacto.
Atendiendo este planteamiento, en el sistema de Cámaras de Comercio colombiano se identificaron puntos cruciales para impulsar el fortalecimiento empresarial en todas las regiones del país, en conjunto con quien estructura la política pública en su sector, que es el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, ratificando así el papel de las Cámaras como plataformas de crecimiento empresarial, especialmente de micros y pequeñas empresas.
Un asunto de la mayor importancia es la eficiencia empresarial del país que se seguirá atendiendo a través del programa Fábricas de Productividad y Sostenibilidad, con el que se ha logrado fortalecer a empresarios de todas las regiones para que mejoren en los temas en que son menos eficientes. Con este programa se ha logrado aumentar en un 31% la productividad de las empresas participantes.
Se continuará, asimismo, fortaleciendo la innovación empresarial, consistente en mejorar sus productos, procesos o mercados con el fin de contar con una mayor movilidad en el sector productivo y lograr que las empresas nacionales, que en más del 90% son micros, puedan crecer y convertirse en pequeñas, éstas en medianas y, a la vez, éstas en grandes.
Otro paso clave es estructurar la política pública alrededor de los clústeres empresariales para poder impactar de manera profunda cadenas de abastecimiento, colaboración y competencia de cada región, alrededor de sus vocaciones productivas.
Se trabajará también en una ruta de apoyo al desarrollo de las microempresas, el impulso a la economía popular y comunitaria, y la atención y acompañamiento a emprendedores.
Igualmente, en impulsar el acceso a nuevos mercados a través del programa Fábricas de Internacionalización y en facilitar la inclusión financiera por medio de esquemas alternativos como las garantías mobiliarias.
Lo anterior es una muestra de que preservar la articulación público - privada es una de las mejores apuestas que puede hacer el país y que ha sido clave en su crecimiento a pesar de las crisis que ha enfrentado. Una resiliencia cimentada en el aporte que hacen sus instituciones, en la asociatividad y en la construcción de consensos.