Se dice que en Francia cuando Marine Le Pen escogió como jefe de su partido de extrema derecha, Agrupación Nacional (Rassemblement National, RN), que se traduciría mejor como Manifestación Nacional, a Jordan Bardella, de 28 años, Emmanuel Macron para contrarrestar la juventud de ese liderazgo escogió a Gabriel Attal, de 35 años, como su Primer Ministro.
Con el terremoto político que produjo el triunfo de Bardella en las elecciones europeas, donde sacó más de 7 millones de votos y la arriesgada apuesta de Macron de llamar a elecciones legislativas anticipadas, en las cuales el presidente que tiene un período fijo de cinco años no participa, en caso de obtener la mayoría, Bardella será el Primer Ministro que tendría que nombrar el presidente.
El asunto requiere una precisión. Francia tiene un régimen semiparlamentario. El presidente forma su gobierno de acuerdo con el control que tenga de la Asamblea Nacional, bien sea porque tiene la mayoría absoluta o porque ha conformado una coalición mayoritaria. Si es la oposición la que logra esa mayoría o forma esa coalición, el presidente tendrá que nombrar a un Primer Ministro contrario a su partido y a sus políticas. Cohabitación se llama esa figura, una manera elegante de decir que le toca al presidente, como en tantos matrimonios de conveniencia, dormir con el enemigo. Pero un Primer Ministro de 28 años sí es algo nunca visto.
Macron, quien llegó a la presidencia de 40 años, y ya fue reelegido una vez, fue el presidente más joven de la quinta república. Ha hecho su exitosa carrera, tomando grandes riesgos. Pero nunca desde el fin de la Segunda Guerra Mundial ha habido una posibilidad tan cercana de que la extrema derecha, que avanza en varios países del mundo, llegue al poder en Francia. Allá la política está revuelta, pues la primera vuelta de esas elecciones es el 30 de junio y la segunda una semana después, o sea ya y a las carreras. Bardella contra Attal, la juventud como protagonista.
Colombia ha tenido desde los años noventa del siglo pasado presidentes jóvenes, de todos los pelambres. César Gaviria llegó a la presidencia de 43 años y a su gabinete le decían el kínder, Ernesto Samper de 44, Andrés Pastrana de 42, Álvaro Uribe de 50, Iván Duque de 42. Gustavo Petro rompe esa tendencia, pues llega de 62, más parecida su edad a la de Virgilio Barco, que llegó de 65, a la de Carlos Lleras de 58, a la de Alfonso López Michelsen de 61 y a la de Julio César Turbay de 62. El más joven de todos, Alberto Lleras, en su primera presidencia de un año, que llegó de 39.
Por contraste, en Estados Unidos, el país más poderoso de la tierra cuyo manejo requiere las mayores energías físicas y mentales, su presidencia se disputará en noviembre entre el presidente Joe Biden de 81 y el expresidente Donald Trump de 78, lo cual refleja un anquilosamiento brutal del sistema político norteamericano. La difunta reina Isabel II de Inglaterra, que reinó hasta su muerte a los 95 años, no resistió la tentación de decirle en broma a Justin Trudeau, quien es primer ministro de Canadá desde 2015, cuando tenía 44 años, en un banquete de Estado, que le agradecía hacerla sentir tan vieja. Trudeau como Bardella, apuestos y carismáticos, el uno liberal, el otro de extrema derecha, pues los políticos jóvenes vienen de todos los colores, pero siempre preferibles a los ancianos vulnerables.