La Universidad del Valle se sumó a los homenajes que durante el año que termina se hicieron en todo el mundo en conmemoración de la muerte de Franz Kafka, tal vez el más importante escritor del Siglo XX: exposiciones, conferencias y una presentación de su obra en acto solemne. No obstante, la gran sorpresa fue la conferencia del profesor antioqueño Guillermo Sánchez Trujillo, en la que expuso lo que ha sido su trabajo con la obra del escritor y más en particular con el libro ‘El proceso’. El resultado es una muestra palmaria de un gran talento nacional, que muchas veces pasa desapercibido. La historia es la siguiente.
La obra de Kafka, compuesta por relatos breves, tres novelas inconclusas, diarios, correspondencia, aforismos y pequeños ensayos, comprende aproximadamente de 4000 a 5000 páginas. Sin embargo, en vida solo se publicó un poco menos del 10% del total representado por siete libros breves. La voluntad testamentaria del autor era que sus escritos no se difundieran después de su muerte. Su amigo y albacea Max Brod, al igual que sus mujeres (Milena y Felice), tenían el encargo de que todo lo que encontraran “debía ser quemado sin restricción y sin ser leído”. Para ventura de la gran literatura no cumplieron con su misión y se dedicaron a recopilar todo lo que existía y a publicarlo.
Entre los papeles que dejó se encontraron tres sobres con los capítulos de una novela llamada ‘El proceso’, pero sin ninguna indicación con respecto a cuál iba primero y cuál después. Los exégetas finalmente se pusieron de acuerdo en una secuencia lógica, pero les sobraron siete pequeños capítulos (uno de los cuales ya había sido publicado aparte por el propio Kafka) que no supieron dónde ponerlos y decidieron, entonces, publicar el libro con un anexo que los incluía y dejaron el resto a juicio del lector.
Y aquí es donde interviene nuestro amigo antioqueño. Desde 1982 se embarcó en el reto de encontrar cuál era la organización coherente de todo el libro. Su gran descubrimiento, que le permitió resolver el enigma, es que ‘El proceso’ es, en su opinión, un palimpsesto (un texto escrito sobre otro texto) de otra gran obra de la literatura que se llama ‘Crimen y castigo’ de Dostoievski. La demostración minuciosa de su hallazgo se encuentra en el libro ‘Los secretos de Kafka’ donde compara, con lujo de detalles, las coincidencias, ubica los capítulos que le sirven de inspiración, las secretas alusiones. Para la construcción de su obra, Kafka se inspiró sobre todo en la segunda parte de ‘Crimen y castigo’.
No contento con su investigación, Guillermo Sánchez se dedicó a aprender alemán y a hacer una nueva traducción de ‘El proceso’, “completa y ordenada”, ya no de diez capítulos como las versiones anteriores, sino de 17 y con un nuevo orden. En el año 2002, Reiner Stach, (autor de una biografía de Kafka en tres tomos de más de 2500 páginas) consideraba que el misterio del ensamblaje de las piezas del libro era insoluble mientras no se encontrara “en algún olvidado desván de Praga”, un índice confeccionado por el propio Kafka”. Ese fue el trabajo que hizo nuestro talento nacional, desde una finca en Santa Elena, un corregimiento de Medellín. Y aún no ha alcanzado el reconocimiento internacional que se merece.
“Alguien debió de haber calumniado a Josef K., porque, sin haber hecho nada malo, fue detenido una mañana”. Así comienza una de las obras que mejor representa nuestro mundo contemporáneo. ‘El proceso’ es la crónica de la gran pesadilla que irrumpe con la Primera Guerra Mundial y que ahora se ha agudizado más que nunca: acontecimientos cargados de sadismo, “funcionamiento inhumano de una burocracia que tritura al individuo”, fe ciega en un líder, exterminio masivo de poblaciones por unos poderes ciegos arbitrarios y omnipotentes. Aquí se encuentra, pues la propuesta de una buena lectura para estos días de Navidad, antes de que comencemos un nuevo año, que se cierne amenazante, en el que seguramente recordaremos a Kafka. ¡Felicidades a todos (as)!