El próximo 22 de abril se celebra el tricentenario natalicio del filósofo alemán Immanuel Kant (1724-1804), y en muchas partes del mundo se realizan eventos académicos que recuerdan y actualizan la incuestionable vigencia de su pensamiento, que abarca temas densos como metafísica, epistemología, lógica, ética, política, derecho, religión, filosofía de la historia, geografía y estética.
Sin embargo, no puede pasar desapercibido el hecho de que Kant también fue un educador constante y reflexivo. Fue profesor universitario durante 42 años, y ya cerca del final de su vida, en 1803, impulsado por su discípulo Theodor Rink, publicó un pequeño libro titulado ‘Sobre pedagogía’, que contiene los apuntes de sus cursos y sus reflexiones personales sobre educación y pedagogía.
No hay duda de que su interés por la pedagogía surgió y se nutrió de la cotidianidad de su propia práctica pedagógica, pero también de su entusiasta lectura de Rousseau, el ‘Emilio’ y ‘La Nueva Eloís’, y de su admiración -compartida posteriormente por Goethe- por la obra del pedagogo alemán Johann Bernhard Basedow (1723-1790).
Kant refleja las ideas pedagógicas de la Ilustración. Poco antes del ‘estallido social’ de 1789, hoy conocido como la toma de La Bastilla, había publicado, en 1784, uno de sus escritos más conocidos, la ‘Respuesta a la pregunta ¿qué es la Ilustración?’, en donde esta era explicada como la salida de la humanidad de su minoría de edad bajo la consigna: ¡Ten el valor de servirte de tu propio entendimiento! Ese podría ser el lema programático de una teoría educativa para nuestro mundo. A continuación, presento algunas de las ideas pedagógicas de Kant que, a mi juicio, en medio de la seductora inteligencia artificial, aún resultan pertinentes.
Dice Kant: “El ser humano es la única criatura que ha de ser educada”. Caballos y perros pueden ser adiestrados, pero solo los humanos pueden ser educados. No es lo mismo educar que domesticar, adiestrar, capacitar o instruir. Y añade: “Únicamente por la educación, el hombre puede llegar a ser hombre. Él no es sino lo que la educación le hace ser”; al educarse, el ser humano se construye a sí mismo y edifica el futuro de su especie.
Kant comparte con Pico della Mirandola la idea renacentista de que la dignidad humana consiste en que el ser humano, a diferencia de otras creaturas, tiene en sus manos la posibilidad de construirse a sí mismo como ser social. De allí la importancia de la educación, que puede hacer de nosotros seres terribles, ‘como bestias’, o excelsos y admirables.
Kant reflexiona sobre los diferentes aspectos que todo proceso educativo debe incluir: el cuidado, la disciplina, la instrucción y la formación (Bildung). Todos ellos son importantes según la edad, pero esta última, que marcará la filosofía educativa alemana durante todo el Siglo XIX, es quizás la más necesaria porque es la que forma el carácter de la persona y se concreta en lo que hoy llamamos educación moral, ciudadana, para la paz, la democracia y el cuidado de la naturaleza. Por eso toda instrucción y toda capacitación técnica o laboral queda incompleta si falta la formación del carácter moral, que es lo que nos puede conducir a ser, o no ser, seres humanos conscientes y responsables.
Eso explica por qué para Kant el arte de educar y el arte de gobernar eran los más difíciles para la humanidad en toda su historia: en ellos los pueblos se juegan su futuro.
*Rector Pontificia Universidad Javeriana Cali