¿Es el individualismo una característica de nuestro ADN vallecaucano? Esta suposición ha sido punta de lanza para describir algunas razones de nuestros problemas y desafíos. Lo más triste es que esta afirmación va haciendo carrera, afectando la imagen de los nacidos en esta bella región.

Si pensáramos solo en nuestros estados financieros, el empresariado vallecaucano no le hubiera ‘copiado’ a Martin Wartenberg Villegas y a Vicente Borrero Restrepo, la idea de hacer, en 1982, una fundación médica que en pocas décadas se convirtió en la número uno en Colombia, y la cuarta en América Latina por sus niveles de investigación, innovación, atención de primera clase y consistencia. Recientemente, anunció su retiro Vicente Borrero, quien lideró el levantamiento de aportes para la construcción de la clínica de servicios de salud de alta complejidad. Sin duda, los doctores Borrero y Wartenberg generaron toda la confianza, pero también se requirió de un sector empresarial solidario y generoso que les creyera y depositara importantes donaciones que han beneficiado a todas las capas de la comunidad. ¡Gran ejemplo de fraternidad!

Me podría detener también en Imbanaco, hoy merecedora del noveno lugar entre las mejores clínicas de América Latina, y resaltar una vez más el liderazgo gerencial de Armando González Materón, lo cual hice en otra columna, al retiro del Dr. González. O analizar el proceso de Icesi, la tenacidad de Alfonso Ocampo Londoño y la rectoría cálida y visionaria de Francisco Piedrahíta Plata, quienes lograron concitar el apoyo del empresariado vallecaucano. Hoy Icesi es una de las tres mejores universidades de Colombia.

Sigamos con esos ejemplos que desafían la imagen sobre que tan unidos podemos ser los vallecaucanos. El viernes pasado se celebraron los 60 años de Coomeva. Siete médicos, liderados por el Dr. Uriel Estrada Calderón, en 1964, se unieron a través del espíritu cooperativo para hacer una alianza de solidaridad. Hoy pocos de esos galenos fundadores sobreviven, pero sí lo está la Cooperativa con 263.000 asociados que, con sus aportes, lograron consolidar el emprendimiento social más importante de Colombia. Hoy ese gran conglomerado hace gran manejo de la perseverancia mensual de sus asociados, de sus inversiones, protección en salud, medicina prepagada, ambulancias, educación, emprendimientos, seguros, Banco propio, fiduciaria, fundación para apoyar las iniciativas empresariales. Su presidente en los últimos 20 años, Alfredo Arana Velasco, y a quien se le debe gran parte del crecimiento del conglomerado, recordaba en sus palabras que Coomeva está hoy clasificada como una de las 300 cooperativas más importantes del mundo.

En el homenaje a los 60 años, vimos un detalle que no quiero dejar de compartir con los lectores: Se entonaron los himnos de Colombia, el Valle del Cauca, de Cali y finalmente el de Coomeva. Obviamente, estaba presente la familia del fundador Uriel Estrada, fallecido hace varios años. Su viuda, Nelly Navia de Estrada, bella señora que pasó los 90 años, se levantó de su silla de ruedas para entonar, en medio de la sorpresa de quienes la rodeaban, el himno que aprendió en los 60 de labios de su marido, ese soñador, apóstol del cooperativismo, en quienes muchos no creyeron, pero que gracias a su tenacidad, compromiso y solidaridad, logró que ese sueño fuera una empresa que hoy enorgullece a los vallecaucanos, y que demuestra que cuando queremos, somos solidarios.

Grandes ejemplos del espíritu de asociatividad que tenemos los vallecaucanos y que debemos exaltar para recuperar nuestra preponderancia nacional y fe en el futuro.