“En Colombia la brujería es un estilo de vida. Desde el estrato uno al estrato seis la gente llega a los consultorios a pedir que les vaya bien: buscan amor, protección, tener billete, adoptan esa vida y se la pasan de bruja en brujo, y no mueven un pie sin consultarlos”. Esta es la afirmación que encontramos en el periódico el País, del 25 de junio, refiriéndose a Santiago de Cali, como la ciudad de los brujos y la magia negra y se pregunta el autor de la crónica, “¿por qué es tan común ir al brujo en un país religioso, católico?”, y ya finalizando el artículo, encuentro una de las conclusiones, al referirse a esta frase de Gustave Flaubert: “El futuro nos tortura, y el pasado nos encadena. He aquí por qué se nos escapa el presente”.

En el estudio de la Historia, Arnold Toymbee, al hablar de las culturas, de las civilizaciones, de su nacimiento y decadencia, uno de los factores más importantes lo encuentra en la geografía o en el espacio donde se asientan, y señala que las características difíciles, duras del entorno hacen fuertes y creativos, luchadores a quienes viven allí y su personalidad va a depender del esfuerzo para sortear las dificultades de vida.

Dicho proceso de adaptación, digamos de evolución, se refleja en las formas de expresión artística cultural. Así es en el modelo que él toma, el de los griegos, en las fases de la primera expresión artística del ser humano en la arquitectura reflejada en el Dórico, Jónico y Corinto. Se inicia con la sencillez, la utilidad, la eficacia, para llegar a la comodidad, el relajamiento, el goce y el disfrute por lo logrado. Va del esfuerzo y la lucha para sobrevivir al relajamiento por la conquista y lo logrado, para pasar al disfrute y a la comodidad.

Como lo dice el autor de la crónica citada: “Los seres humanos somos los únicos en la Tierra con la capacidad de imaginar y de creer en la posibilidad de cambiar el mundo a través de la magia. Y la magia puede cambiar a las personas, para bien y para mal, si creen en ella”. Este fenómeno se repite en la historia continuamente, los pueblos en la búsqueda de su realización pasan por muchas circunstancias, entre ellas las más relevantes son las que cubren sus necesidades básicas y para conseguirlas también se han expuesto a grandes dificultades, luchas que tienen que ver con el mismo hombre y con la manera de concebir el poder para lograr la administración de los bienes de la tierra, ya sea para unos grupos, o para la totalidad de los asociados en los Estados, naciones, reinos; saboreando en muchos casos, las injusticias, las decepciones, esclavitud y violencia, cuando se levantan contra el poder y son aplastados.

Es en este momento, o en estas circunstancias, en que instituciones, ideologías, personas se aprovechan de estas innumerables masas de insatisfechos, por las frustraciones obtenidas a través de la historia, y el cansancio y desconfianza por todo y por todos, que se agarran del mejor mesías que le prometa redimir de las injusticias hasta ahora vividas y es cuando acudimos a esos personajes o instituciones, investidas de lo mágico o misterioso para lograr con ellos, lo que se nos ha negado en nuestra historia de vida y que no hemos sido capaces de asumir personalmente y con responsabilidad para lograrlo.

Así es como ponemos nuestra confianza en la religiosidad o en la magia, para que se nos haga el milagro y es así como encontramos esos personajes que o son estafadores, o tienen algo de locos, o se aprovechan de la cultura ancestral, la chamanería, las devociones, y lo peor, es cuando en su astucia algunos ideólogos o políticos, se revisten de las tres y se presentan ante estas masas de desprotegidos en la historia y son atraídos, casi anestesiados, para apoyarse en sus debilidades y sufrimientos y utilizarlos para sus fines personales o grupales, hundiéndoles mucho más en sus sufrimientos y en su miseria.

Perdamos el miedo a todos aquellos que nos ofrecen regresar al pasado manteniéndonos encadenados, o extrapolarnos a un futuro mágico que nos ilusiona, pero que nunca llegará y asumamos el presente con valentía, con responsabilidad, con sabiduría, con auténtica justicia. Recordemos la frase del padre Teilhard de Chardín: “Somos seres espirituales, que estamos pasando por una experiencia terrenal”, por eso agarrémonos de la mano del único justo, sabio y santo. El Señor, que de él hemos recibido la vida, y solo él es el que nos dice cuál es el verdadero camino para la paz total: sigámoslo.