Algunos creen tener la verdad absoluta, otros se enorgullecen por ser los primeros en lanzar una noticia que no está confirmada y otros, que por su recorrido deberían ser un faro de luz para las nuevas generaciones, se enfrascan en discusiones absurdas, lanzándose ofensas por redes sociales. No es un fake ni tampoco humo, el periodismo deportivo está en crisis y pocos parecen notarlo.

Solo basta con mirar lo que sucedió en Cali con el caso del volante Arturo Vidal. Un gran porcentaje de los colegas daban como un hecho que el exBarcelona se iba a poner la camiseta del América, y hasta se peleaban por la autoría de la ‘chiva’. “Como lo habíamos anticipado”, decía uno. “Tal y como lo advertí”, lanzaba el otro. “Como se los contamos aquí primero”, bufaba alguno más. Pues bien, hoy en día el chileno está lejos de la capital vallecaucana, riéndose, quizá, de toda esa especulación y hasta de un artículo publicado en un portal en donde se ‘revelaba cuál iba a ser su salario en el equipo rojo.

Ni hablar de lo que pasó con el arquero Wuilker Faríñez, al que todos parecían desesperados por colocar en algún equipo. O del caso de Teófilo Gutiérrez, quien, según varios periodistas, tenía todo arreglado para volver al Junior, pero ¡oh sorpresa! Un día después, el equipo tiburón dijo que nunca había tenido conversaciones con él.

Estamos, entonces, en una época en donde la rigurosidad es reemplazada por la especulación. Y el criterio se convirtió en suplente del ego, porque en los programas de radio y TV ahora solo vale el que habla más duro, el que genera más polémica, el que quiere ser más protagonista que la noticia.

Qué difícil se volvió encontrar una buena historia o escuchar una gran crónica. Y ni siquiera menciono los análisis, porque actualmente se habla de todo menos del juego, de las variantes tácticas de X o Y entrenador o del contexto sobre el cual se desarrollan las competencias deportivas.

Pienso que existe una deuda de la mayoría de los periodistas que cubren deporte con sus audiencias. Sería válido preguntarnos qué tan preparados estamos cuando hablamos de cierto tema o disciplina, y qué tanto vale la pena darle al público una información sin verificar. Gabriel García Márquez decía que no se trataba de quién daba primero una noticia, sino de quién la contaba mejor, y yo sigo creyendo en ese postulado.

Pero mientras sigo esperanzado en que esto cambie, no me queda de otra que comprarme unos guayos, no vaya a ser que mañana alguien diga que mi nombre está sonando para ser jugador del Cali o el América, y yo no esté preparado para semejante oportunidad.