La foto policial de un Donald Trump desafiante y enfurecido le ha dado la vuelta al mundo. Sus seguidores convirtieron la imagen en un motor para recaudar fondos para su campaña, mientras los detractores se preguntan aterrados cómo llegó el país al punto de aceptar como candidato un personaje tan cuestionado. Esta foto, donde se asoma su tradicional corbata roja, equivale al disparo inicial de la próxima campaña presidencial, preparando a los votantes americanos para una montaña rusa política desde hoy hasta el 5 de noviembre de 2024, con Trump como protagonista.

Esta semana trajo noticias sorprendentes como la muerte en el aire del mercenario Yevgeny Prigozhin, cabeza de las fuerzas Wagner, donde Putin es el principal sospechoso de planear el asesinato. También, se cubrió con detalles la cumbre de los países BRICS, donde el grupo conformado inicialmente por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica invitó a seis países nuevos, incluyendo a Argentina, Irán y Arabia Saudí, para continuar expandiendo el grupo, contrapeso geopolítico a Estados Unidos. Así, en medio de titulares, temblores y huracanes, pasó casi inadvertido el primer debate del partido, entre ocho aspirantes republicanos, donde el ganador fue el ausente Trump, y el resto demostraron que eran solamente la banca.

Cada día se complican y avanzan los pleitos del expresidente, al tiempo que una diversa baraja de candidatos republicanos empiezan a salir al ruedo. Mientras los demócratas insisten con terquedad en rodear a Biden y mantener la disciplina de partido, del otro lado hay una docena de aprovechados apostándole a Dios y al Diablo, que caiga Trump o que gane y los elija de fórmula vicepresidencial.

El debate republicano de esta semana fue ante todo un ridículo colectivo que ha debido terminarse en los primeros minutos, cuando seis de los ocho levantaron la mano ante la pregunta del moderador de Fox sobre cuántos apoyarían al expresidente como candidato. De los ocho, el principal rival era Ron DeiSantis, gobernador de Florida, que se desinfló minuto a minuto durante el evento. El más conocido, el exvicepresidente Mike Pence, buscó el voto religioso tomando distancia sigilosamente de su jefe. Chris Christie, exgobernador de Nueva Jersey, conocido mundialmente por asolearse en familia en pleno covid en las playas cerradas por él mismo, no se destacó… La única mujer, Nikky Haley, usó su experiencia en la embajada de la ONU para mostrar su capacidad de estadista de centro, atractiva para el ala moderada del partido. El más sorprendente de la noche fue el millonario de 38 años, Vivek Ramaswamy, que se robó el show con sus posiciones medio trumpistas, su carisma juvenil y el típico desparpajo de los ‘outsiders’, tan de moda en el mundo entero, que aprovechan el hartazgo con los políticos tradicionales para acaparar votos desesperados. Al final entre todos no se hace uno, al menos en este punto de la contienda. Pero falta más de un año y todo puede suceder.

No impresionan los candidatos republicanos, es verdad, pero al menos los hay. Al otro lado del espectro, todos rodean a Joe Biden, a pesar de su edad y su fragilidad, ignorando la realidad y dejando pasar a una generación de potenciales candidatos que con tiempo y buena asesoría tendrían tiempo para armarse como una alternativa responsable a la presidencia por parte del partido demócrata. Las consecuencias de esta elección no solo importan en un país dividido como Estados Unidos, sino en un mundo dominado cada día más por un matón en Rusia y un expansionista en China, ambos empeñados en acabar con la democracia, la libertad y el imperio de la ley.