Los incrementos mensuales que se producen al precio de la gasolina golpean duro a nuestra economía, pues al afectar el sector transporte, queda allí atrapada toda la cadena del sistema productivo, sobre todo en un país como el nuestro, en donde no existen sistemas alternativos en buena escala, como el ferrocarril o el transporte fluvial, que están en capacidad de ofrecer menores costos en materia de fletes.

El tema se centra en la necesidad que tenemos de importar gasolina y otros combustibles líquidos, pues la capacidad de nuestras refinerías no es suficiente para producir todos los carburantes que se requieren. Las cifras indican que importamos el 27% de esos elementos, dentro de los cuales la gasolina lleva el mayor peso. Ello conduce a que el país tenga que desembolsar 7.380 millones de dólares para tales compras, pues los 40 millones de vehículos que existen, requieren de ese combustible para movilizarse. También hay que anotar, de otro dado, que el fisco recauda la no despreciable suma de $9 billones por los impuestos estipulados para ese sector.

Nuestras refinerías han tenido planes de modernización y expansión que no se han cumplido como estaba planeado. Ya el caso de la Refinería de Cartagena nos ofreció un espectáculo deprimente, cuando se gastó más del doble de lo asignado para su proceso, en medio de escandalosos episodios que la opinión nunca llegó a entender suficientemente, situación que además implicó que lo asignado para la refinería de Barrancabermeja, quedara desprovisto y sus aspiraciones aplazadas.

Aquí está la razón por la cual estamos atrasados en materia de producción de combustibles. Producimos suficiente petróleo, hasta tener excedentes importantes para la exportación, pero nos toca después volver a traer el combustible ya refinado y a precios internacionales, lo cual significa la apertura de hueco fiscal de enormes proporciones.

Es una verdadera lástima que se haya desperdiciado tanto tiempo en actualizar nuestras refinerías, contando con la materia prima suficiente para alimentarlas y para producir nuestros propios requerimientos.

El petróleo en Colombia produce enormes utilidades que se van directo a fisco nacional. Solo año pasado dejó una suma de 18 billones de pesos, que valga la pena decirlo, han debido invertirse, buena parte de los mismos, en impulsar el proceso productivo de combustibles, para no tener que depender de la importación y de sus elevados costos en dólares que impone el mercado internacional.

Una política de combustibles debe ser equitativa, teniendo en cuenta que la utilización de sus rendimientos, no se está haciendo en forma objetiva y racional frente a las necesidades del servicio.