Haití, que en lengua taína traduce “tierras altas”, está llamada a ser gobernada por cocineros emancipados, como lo demuestra su historia: Henry Cristophe o Enrique I de Haití y Jimmy “Barbecue” Chèrizier, líder de las pandillas que hoy gobiernan ese territorio.

Christophe nació esclavizado y pertenecía al grupo étnico bámbara o Igbo. Trabajó como pinche de cocina en un restaurante y se unió a las fuerzas francesas que combatieron en Estados Unidos en lo que se conoció como “el asedio a Savannah”. La historia asegura que urdió el asesinato de Jean-Jacques Dessalines, quien se erigió como primer gobernante después de lograr independencia ante Francia el 1 de enero de 1804. Obsesionado con los fastos aristocráticos de Francia, se autoproclamó como Jacques I de Haití.

Pero la locura monárquica no paró ahí. Cristophe declaró reino la mitad de la isla, se hizo llamar Enrique I, construyó seis castillos, ocho palacios, entre ellos el de Sans Souci, donde falleció, y la ciudadela Laferriére, considerada hasta hoy una de las construcciones más notables del mundo. En su creación trabajaron 20 mil obreros durante quince años, y cuenta la historia que para fortificar los bloques se empleaba cal viva con cemento, melaza y sangre de vaca.

El apogeo y declive de este monarca, el primero del continente americano, fue narrado magistralmente por Alejo Carpentier en su novela “El reino de este mundo”. Mientras la flota francesa enviada por Napoleón para recuperar este territorio denominado Saint-Domingue, sucumbía a la malaria, Cristophe ganaba batallas con brujería. Mackendal, su hechicero, se burlaba de los galos y desaparecía ante sus ojos al convertirse en perro o en racimo de bananos.

A la manera de los monarcas europeos, Cristophe se hizo retratar de manera egregia con calzones bombachos de seda, chaquetilla a la cintura y el pecho nimbado con medallas de oro, las mismas que hablaban de su gloria como Gran Maestre y Soberano de la Orden Real y Militar de San Enrique (Él mismo).

En los museos de Francia están todavía las monedas que hizo acuñar con su vera efigie. Aparece en ellas, en alto relieve, con una corona de olivo. En su reino, al que llamó Cabo Enrique, nombró ocho duques, 22 condes, cuatro príncipes y 37 barones. Al otro lado de su reino, al sur, Haití fue por primera vez república y tuvo como presidente a quien fuera aliado de Bolívar en la lucha independentista: Alexandre Pètión.

Hijo de un colono francés y una madre mulata, Pètion le hizo prometer a Bolívar que recibiría ayuda con soldados, armas y barcos, para abolir la esclavitud en todo el continente, promesa que el caraqueño no pudo cumplir.

Hoy, 220 años después, el cocinero que tiene en jaque a Haití y al mundo, no tiene delirios monárquicos, pero se autoproclama gobernante de todo el territorio de esta república africana en el corazón de América. Lo llaman “Barbecue” porque cuando era niño ayudaba a su madre en la tarea humilde de asar carne y pollos en una parrilla improvisada en las calles de Puerto Príncipe. Hoy es el jefe de jefes de todas las pandillas haitianas, las mismas que hace seis días incendiaron la cárcel de la capital y liberaron a más de 3700 presos. Su verdadero nombre es Jimmy Cherizier y aglutinó en un solo bloque a todas las bandas criminales en el “G-9 y Familia”.

Después del asesinato del presidente Juvenel Moïse el 7 de julio de 2021, Haití desembocó en una espiral de violencia que reclama atención internacional. Solo hasta el martes pasado, el aeropuerto de Puerto Príncipe estaba rodeado por la G-9 para impedir el aterrizaje de Ariel Henry, el neurocirujano nombrado Primer Ministro quien, coincidencias de la historia, carga con el mismo nombre del rey Cristophe. ‘Barbecue’ le reclama una pronta convocatoria de elecciones, lo llama “corrupto” en las redes sociales, su principal apoyo, y asegura estar mejor armado y equipado que la policía y el ejército. Cherizier fue policía y algunos aseguran que lo de ‘Barbecue’ se debe también al hecho quemar las casas de sus enemigos antes de darles el tiro de gracia.

A su accionar se endilga el saboteo para impedir el aprovisionamiento de gasolina, situación que empeora hoy la crisis humanitaria de esta empobrecida nación.