El título de esta columna es el mismo del magnífico libro del poeta y novelista Julián Malatesta, que viene de publicar la colección Breviarios del Fondo de Cultura Económica. Término de resonancias románticas e incluso teológicas que poco o nada usan los estudiosos de poesía moderna o contemporánea, atada y bien atada al prosaísmo de vidas como la nuestra, dominadas por el cálculo y en definitiva por la racionalidad instrumental (Adorno dixit).
Ellos suelen acudir a categorías estéticas kantianas o post kantianas, cuando no a la lingüística, la semiótica o la sociología. Por lo que la opción de Malatesta por un término que hoy nos suena anacrónico como título de su libro, nos advierte de entrada que va enfrentar a la tarea que emprende de desentrañar la esencia de la poesía, concediendo un enorme papel en la misma a los autores que, aunque contemporáneos, se han inspirado en pensadores en la tradición filosófica occidental.
El resultado me hace recordar que Heidegger consideraba “provisional” el pensamiento moderno, el pensamiento del “olvido del ser” y de la “imagen del mundo”, porque los cuatro capítulos del libro, son otros tantos ensayos, otras tantas brillantes tentativas de descifrar los arcanos de la poesía. O más precisamente de la poiesis, para los griegos el principio hacedor o creador si se prefiere. Tentativas que no son más que tentativas porque no resuelven de manera definitiva la incógnita que todas ellas se esfuerzan en despejar. Pero que a cambio nos ofrecen la experiencia del camino, de una búsqueda de la verdad es más iluminadora que el hallazgo de la misma.
Porque si creemos, con Baudelaire y con el Malatesta, que esta época nuestra no da lugar a la poesía, también podemos creer que tampoco lo da a la verdad. Que el poeta es tan intempestivo como el filósofo. Este libro es por lo tanto poliédrico, pleno de temas e incitaciones. Entre los que más me atraen figuran las relaciones entre la poesía y la música, que son también las relaciones entre el habla, la escritura, el canto y la música.
Relaciones que Malatesta expone en toda su complejidad y con un acercamiento diría amoroso a las mismas. Que delata el hecho de que si él es un pensador del arte y la literatura es también -y sobre todo- un poeta. Les cuento que el funcionamiento de mi memoria es tan enigmática que mientras leía estos pasajes, resonaba en mi cabeza este verso: ¿Dónde estará, la melodía?