Las progenitoras de quienes tienen a su cargo el despelote del tráfico en nuestra ciudad deberían ser sordas ante la cantidad de improperios que reciben a todo momento, porque sus hijos tienen una profesión y/o un trabajo subvalorado, cuestionado y nada reconocido.
Llueva, truene o relampaguee, les toca realizar una tarea incomprendida, hacer por ejemplo de semáforos que ya no sirven o que están locos o descoordinados o que donde deberían estar, nunca han existido.
Les toca aguantar los chubascos más horribles que los emparaman o los solazos caniculares que los deshidratan y la verdad, no se dan abasto y por sobretodo deben padecer las rupturas de sus tímpanos con la pitadera de los carros que crean una sinfonía infernal que enloquece a cualquiera.
Y falta algo peor: las constantes y permanentes mentadas de madre de que son víctimas porque no les dan vía a quienes deben tener paciencia y esperar su turno para seguir y les forman tremendos almendrones con gritos histéricos y toda suerte de improperios y bajezas que deben aguantar silenciosamente con un alto nivel de estoicismo y control.
Y aquí viene la tapa de la olla y es cuando les toca enfrentar y afrontar a los y las infractores (as). Virgen Santa: las agresiones pasan de la boca a las manos y los empujan y les pegan y les hacen gavilla y no pueden ni tienen con que defenderse.
Son autoridad sin posibilidad de hacer cumplir la ley. A lo sumo cargan un silbato destemplado y un cortaúñas porque ni bolillo les dan -y para que- porque estamos hablando de atarvanes de peinilla, cuchillo de carnicería y revólveres -sin salvoconducto-y ¿qué pueden hacer? A lo sumo pedir unos refuerzos que la mayoría de las veces ni llegan y les toca agachar la cabeza porque los comparendos se los rompen en sus caras y hasta los escupen, ¿y qué? Allí impera la ley del más fuerte.
Y así se enojen las damas, que horror sus reacciones porque las paran o les piden papeles o les inmovilizan sus vehículos: los insultan, los humillan y hasta los coscorronean de manera altanera y verdulera.
Y si no se aguantan estos maltratos y les sacan el bloque y reaccionan -humanos que son- se meten en tremendo lío y pueden terminar en la calle y hasta en la guandoca.
Más comprensión y tolerancia con estos servidores públicos que se merecen un mejor trato, lo que no significa que todos son honestos y honrados. Como en toda parte y desafortunadamente, existen manzanas podridas que merecen ser denunciadas, pero menos mal son una minoría que les están ya siguiendo la pista.
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Posdata 1. Hoy viernes Mario Fernando Piano estará en la tarde-noche en la biblioteca del Corregimiento de La Elvira y en el Gimnasio de Dagua y el domingo en la tarde en Mulaló y en Yumbo ofreciendo un recital de canciones de Navidad de todas partes del mundo con el patrocinio de la Secretaría de Cultura del Valle del Cauca.
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Posdata 2. ¡Yo hablo bien de Cali, hazlo tú también!