Este sábado asistimos al estreno de La Piel del Tambor, película caleña basada en la novela del premiado escritor, periodista y académico español Arturo Pérez-Reverte, sobre un hacker que infiltra al Vaticano e invade el correo del Papa.

Y sobre una misteriosa iglesia barroca en Sevilla, España, que “asesina” para defenderse de las garras comerciales de quienes quieren derribarla para convertirla en un moderno complejo urbanístico.

Un thriller que combina misterio, amor, y donde se cruzan organizaciones tan antiguas como la Iglesia y tan actuales como los hackers, ambas tan poderosas y llenas de secretos.

No era sencillo el reto de llevar a la gran pantalla una novela tan ambiciosa en locaciones, idiomas, escenarios, ciudades, pero suscribo las palabras del actor Víctor Mallarino durante el estreno del filme en Cali: si Colombia hace cine es, sobre todo, porque ha bebido de la dedicación, pasión, oficio y empeño, a veces quijotesco, de los cineastas caleños.

Cali ha sido históricamente la cantera de talentos no solo desde el punto artístico y operativo del cine, sino también empresarial, con productores tan ambiciosos como Alina Hleap, cuya experiencia abrió puertas inmensas para hacer realidad La Piel del Tambor.

Recojo y hago eco, también, de las palabras de Alina: es en el primer fin de semana en cartelera que una película colombiana se juega el todo por el todo. Tantos años de esfuerzo, tanta energía, recursos y tiempo se miden de cara a la realidad en ese arranque que hace la diferencia entre una película que llega y se queda, y otra que pese a la osadía de su apuesta no pase la prueba ácida de la taquilla.

Vi la película con expectativas moderadas, y me causó un impacto inesperado. La recomiendo, y felicito a su director Sergio Dow, un creador caleño que soñó adquirir los derechos de semejante novela y pasó el sombrero entre los amigos, entidades públicas, empresa privada, ministerios y fondos, hasta hacer realidad su sueño.

Justo cuando la emoción por el retorno a las salas de cine parece salir del largo periodo de hibernación post pandémico. Justo cuando la gran industria de Hollywood nos habla de Oppenheimer, Misión Imposible, Barbie y tantas otras, qué bueno apostar por esta película colombiana, italiana, española, universal, donde Cali y su talento plantean una propuesta y una alternativa importante.

Le dedico estas letras a todo su elenco, para felicitarlos por hacernos soñar con que este retorno a la sala de cine se verá bien compensado. Que los tambores suenen en son de victoria para la producción entera. Chapeau. (Estreno 10 de agosto)