No creas que solo los profesores, en un recinto cerrado, son los que enseñan. No creas que solo una persona, hombre o mujer, transmite información o conocimientos. Hoy en día, hay tantísimas fuentes de información, que por falta de conocimiento no nos podríamos quejar. Una plataforma, una red, saben muchísimo más que lo que cualquier maestro pudiera trasmitir a lo largo de su vida. Entonces, allí no radica el valor de la educación. ¿Cuál es su sentido? ¿Para qué matricular a una persona en una escuela o colegio? ¿Quién es el mejor maestro?
En la celebración del día del maestro vale la pena hacerle un reconocimiento a quien más nos enseña, a quien más está pendiente de transmitirnos experiencias, a quien no nos desampara ni un solo minuto y desde su saber quiere ayudarnos a despertar conciencia. Esa maestra por excelencia es la propia vida, la propia biografía. Nuestra vida es un libro abierto que si la sabemos ‘leer’ nos va marcando el rumbo. Chopra habla de la sabiduría del corazón, de la información que tenemos en nuestro interior para saber cómo obrar o cómo actuar en muchos momentos de la vida. Solo que la cultura se empecinó en mostrar que ‘afuera’ de cada quien y dependiendo de alguien, podríamos encontrar respuestas. Craso error. Y clausuramos una de las principales vías de acceso a la sabiduría, es decir al proceso de integrar pensamiento, emoción y acción. Nos perdimos a nosotros mismos, invisibilizamos nuestro saber profundo para crear dependencias del afuera.
Pero es la vida nuestra mejor maestra. Por ello no debe pararse en el presente ‘renegando’ de su pasado por los errores o falencias cometidos. A la vida venimos a aprender y el proceso es aceptando las fallas. La vida es un colegio y cada situación que se vive es una lección para evolucionar y ser mejores personas. Soñar con una vida perfecta y sin errores es un pensamiento infantil. Pero como la cultura castiga los errores y las equivocaciones como fracasos profundos, no aprendemos de lo vivido sino que tratamos de culpar a alguien ‘afuera’ de nuestra desgracia, desconociendo el valor y responsabilidad de cada una de nuestras acciones. Que solo son nuestras. Que son aprendizajes que me da la vida. Porque nadie nos hace daño. Lo que vivo es lo que requiero en este colegio llamada vida, para crecer, evolucionar y despertar conciencia.
De allí que la mejor celebración al maestro es a su propia vida, a reconocer en cada circunstancia un aprendizaje. Claro que si reniega, protesta, inculpa a otros, con seguridad volverá a cometer el mismo error o a vivir una circunstancia parecida. No olvide que en el colegio cuando no se aprende la lección, se repite. Igual sucede con la ‘maestra vida’. Nos repite la experiencia hasta que aprendemos.
Situaciones trágicas, momentos de dolor o sufrimiento, angustias y ansiedades, las dificultades, también se convierten en momentos maestros que quieren enseñarnos claro, si los sabemos leer. Parece increíble pero si tengo la creencia de que a la vida venimos a aprender, nunca viviré momentos malos, serán momentos difíciles, probablemente dolorosos, pero les encontrare el sentido en mi proceso de aprendizaje. Entonces, nadie está contra mí, puedo ‘bajar los guantes’. Soy yo quien aprendo y es la vida, mi mejor maestra, la que me enseña…