Recuerdo como si fuera ayer cuando, hace más de seis años, denuncié la presencia mexicana en Jamundí, porque una vez que fui a ese querido municipio a saborear sus famosos cholados, y advertí que andaban unos personajes de un fenotipo diferente, ya no con cara de turistas sino con actitud de residentes, y preguntón que es uno, me contestaron que se trataba de unos recién llegados del país azteca.
Y fui más allá con mi curiosidad y supe que eran cerca de 100 manitos que se estaban dedicando a la siembra de coca en las montañas jamundeñas.
¡Quién dijo miedo! Desde el alcalde para abajo me respondieron airadamente acusándome de mentiroso, de generador de caos, de ir en contra de la paz y del turismo, y que mejor que ni volviera por esos lares.
No obstante lo anterior, seguí dándole al tema y me gané la cara de fo de algunos de los moradores de una bella urbanización campestre que me desinvitaron a una fiesta de grado. “Que aquí no venga ese pajarraco de malos augurios”, expresaron unos condiscípulos y me quedé con el regalo comprado para mí.
Pues pasaron los meses y los años y ahí están los integrantes del cartel de Sinaloa haciendo de las suyas y la noche que llega.
Igual o peor cuando me sucedió cuando escribí la columna ‘Réquiem por el Cauca’, por la que casi me excomulgan, para pensar que años después me confirieron la honrosa Cruz de Belalcázar por mis buenos oficios al Popayán de mis amores.
Por eso me atrevo a escribir dolorosamente estas líneas para decir que algo se está fraguando en el vecino Cauca que, según mis fuentes de alta fidelidad, sería algo similar a lo del Catatumbo: una guerra intestina entre las disidencias de las Farc y el Eln para pelearse el territorio de las siembras de coca y el corredor para despachar el alcaloide ya procesado.
Se avecinaría -y Dios no lo quiera- un desplazamiento de miles de campesinos hacia Popayán, Quilichao, Jamundí y de golpe hasta Cali, con una matazón sin antecedentes ante la impotencia de un Ejército y una Policía insuficientes y la impresencia de un Estado al que -sospechosamente- el orden público se le salió de las manos habiendo podido hacer más inteligencia y actuar de manera preventiva y disuasiva para evitar que se le creciera el enano.
Cuanto no daría porque esto no pasara de ser un chisme o una exageración, pero hay serios indicios de que se trata de un plan que se está forjando minuciosamente.
Por ello es que hablo de poner las barbas en remojo para ver hasta donde seremos capaces de evitar que esto se convierta en una cruel y triste realidad.
***
Posdata: El actual secretario de Turismo del Valle, Julián Franco Restrepo, es el nuevo presidente Ejecutivo de la Cámara de Comercio de Cali.
Posdata 2: Y Santiago Castro Gómez, exparlamentario, exdirector de la Aerocivil y expresidente de la Asociación Bancaria de Colombia, manejará el préstamo de los $3,5 billones para Cali.
Posdata 3: Yo hablo bien de Cali, ¡Hazlo tú también!