El genio de Voltaire escribió un drama magistral que tituló ‘Cándido o el optimismo’. En el punto más álgido del drama de la vida, en un barco viniendo a América, una vieja compañera de viaje, quien había sido una mujer hermosa a la que vendieron como esclava y en una hambruna unos cosacos se le comieron media nalga, hablando de sus dolamas, apostilla: “Que me arrojen al mar si el primero que pase en esta carabela no se siente el más desgraciado”. Y es de allí de donde sale una llamita que el lector descubre: es el optimismo, palabra que tiene como creador al propio Voltaire.
Sí, somos optimistas y estamos por encima de las desgracias que nos sacuden día a día. Por lo menos ya no nos hunden ni en tristeza ni en desesperanza algunos gobiernos locales que nos impusieron desgreño y latrocinio. Tampoco nos ha hecho perder las esperanzas el gobierno nacional con sus desaciertos y obnubilaciones.
Acaba de iniciarse el año calendario, 2024. Y hemos podido superar, no solo en Cali, sino en Colombia, unos de esos gobiernos que maltrataron la sociedad en que vivimos. En Cali superamos al señor Ospina y sus hermanos contratistas y negociantes. Y hoy gobiernan con optimismo el nuevo alcalde Alejandro Eder y la gobernadora Dilian Francisca Toro. Ambos construyen, con entusiasmo, un futuro de esperanza.
Para ellos es una tarea reconstructiva, muy dura de emprender, por cierto, asistidos solo por la inspiración de la honradez y el buen sentido de progreso. Fatigantes jornadas y largas reuniones en busca de recursos que ya no existen porque se fueron volando por las tapias. Pero allí los vemos con sus equipos laborando hasta muy altas horas de la noche para culminar una jornada, que también habían emprendido bajo las sombras de la madrugada. Sí, esa labor titánica nos infunde optimismo y todos los vallecaucanos y caleños la debemos apoyar. Sin odios ni de clase social ni de política.
Claro que no nos es posible dejar de pensar en la ‘revolución’ que solo con un diecisiete por ciento de respaldo popular ha emprendido el señor Petro, en procura de un socialismo extremo. Y muy a diferencia de lo que ha hecho su émulo brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, que está gobernando no con el extremismo político, sino con el sentido patriótico de trabajar con todos. Eso lo tuvo Petro en sus manos, pero resolvió tirarlo a la basura para convocar al odio contra la clase media y emprendedora. ¡Horror!, está haciendo subir los impuestos a esta gente que lucha denodadamente con talento y entrega, para crear empleo y soliviantar los mercados.
Y, ¿qué es lo que piensa lograr con esa mentalidad marxista? Naturalmente, sobreviene el desestímulo de la producción y la quiebra de la industria menor, al tiempo que se da la inanidad de los aumentos salariales. Ahora mismo está pagando el billón de pesos a ‘los jóvenes’ para que no maten. Y ha venido pagando al Eln sus exigencias en secreto para que no secuestren, no obstante que siguen en el asunto. Y los trastea con esplendor por América y son sus pares. Ah, y los rodea de importancia por la geografía americana como si fueran héroes.
Más siguen secuestrando, sin que la Fuerza Pública, por imperioso mandato ejecutivo, pueda perseguir ni impedir que se sientan los dueños de un país que debe dormir en silencio esperando la llegada de la muerte a manos de los malvados.