Son emociones poderosas, irracionales e inconscientes que limitan enormemente la vida de las personas.
Estas creencias llevan a distorsiones absurdas. Por ejemplo, cuando una persona que ha sido abusada, rechazada o maltratada, racionaliza que dicho abuso es porque ha sido mala y, por lo tanto, se lo merece. Todo lo negativo que le ocurre es su responsabilidad, nunca del agresor. Como consecuencia de este pensamiento enfermizo, se convierte en víctima de manifestaciones crónicas inexplicables de angustia, temor, inhibición, pobre autoestima, inseguridad, indecisión, depresión y/o de sentimientos de culpa absurdos. Y esto la lleva a eternizarse en relaciones de pareja a las que se somete pasivamente.
La persona con estas creencias no entiende ni se da cuenta del papel que juegan estas ideas tan arraigadas y por ello no se puede defender de las mismas. Tiene una propensión a echarse una carga enorme sobre sus hombros, a sentirse culpable por todo, incluso por tener éxito o por sentirse feliz, a sentir que siempre está en falta y que nada de lo que hace es suficiente. Algunos casos sirven de ilustración:
*Si el pariente manipulador, como consecuencia de alguna dificultad, adopta una posición demandante, irracional, injusta, agresiva o exagerada, la persona, con estas creencias, siente que es su responsabilidad cuidarlo y hacerlo sentir bien.
*Si el familiar que ha sido siempre un problema por sus conductas irresponsables, está pasando trabajos, considera que es su deber ayudarlo, así ello signifique graves traumatismos financieros o personales.
*Si el allegado engaña o roba, la víctima no es capaz de defender sus propios derechos. Como respuesta a las agresiones y traiciones de las cuales es objeto, siente una gran lástima por el agresor y considera que es su deber y responsabilidad seguir acompañándolo, así ello signifique la imposibilidad de una vida grata.
*Si la pareja es infiel, justifica dicha conducta en vez de poner límites y cuestionar los hechos. Y se considera egoísta cuando se rebela, autoafirma, manifiesta rabia, o decide liberarse de los yugos tiránicos.
Las creencias autodestructivas persisten porque son inconscientes e irracionales (no obedecen a razonamientos lógicos). Son respuestas automáticas a condicionamientos infantiles porque la persona se ha acostumbrado a creer firmemente en ellas y además se han constituido en algo propio y natural. En consecuencia, el miedo mayor es a desafiarlas, pues están demasiado arraigadas en el alma de las personas.
El tratamiento para atenuar estas creencias autodestructivas, es restarles importancia en el día a día. Pero lograr el éxito en este proceso no es fácil y muchas veces puede requerir de una psicoterapia que cuestione las conductas interpersonales absurdas que afectan el desempeño de la persona en su vida cotidiana. El proceso puede tomar tiempo, pero eventualmente irá permitiendo una mayor autoafirmación y un desprendimiento de la apreciación viciada de la realidad que ha acompañado a la persona por tanto tiempo.