En el año 431 a.C., cuando los atenienses discutían si ir a la guerra o no contra los espartanos, Pericles, uno de los líderes más importantes de la época, dio un discurso en la asamblea que se convertiría en una premonición que tiene validez para los gobiernos actuales. En esa ocasión afirmó que “temía más a los errores propios que a los planes del enemigo”. Los atenienses, al final, fueron derrotados y las palabras de Pericles serían recordadas para siempre.
La advertencia de Pericles contiene varias lecciones para el actual gobierno nacional. Las cifras económicas actuales no son buenas. Según el Dane, el PIB de Colombia en el 2023 creció un 0,6%. Esta cifra es aún más baja que la que los analistas esperaban. Este crecimiento bajo viene acompañado de una inflación que, para enero del 2023, fue de 8,35%. Por esta razón, algunos expertos afirman que Colombia se encuentra en lo que se llama estanflación, un fenómeno que se da cuando el crecimiento económico bajo coincide con una alta inflación. Para superar este fenómeno, un gobierno competente buscaría maneras de reactivar la economía y aumentar su crecimiento.
Entre las principales medidas que debería tomar el gobierno se encuentran cambiar el discurso hostil y contencioso que ha impuesto en contra del sector privado. El informe del Dane sobre el crecimiento del PIB muestra que entre las actividades con mayor disminución están la construcción (-4.2%), las industrias manufactureras (-3.5%) y el comercio al por mayor y al por menor (-2.8%). Adicionalmente, la inversión extranjera directa no minero-energética cayó un 13% en el 2023, afectando seriamente al sector exportador. Entre enero y noviembre del 2023, según el presidente de Analdex, las importaciones de bienes de capital cayeron en un 22,3% comparados con el 2022.
Estas cifras son el resultado de un gobierno que no ha sabido ejecutar y que se ha visto afectado más por sus propios errores que por los planes de la oposición, así no sean capaces de admitirlo. La baja ejecución del gobierno nacional, en especial en la construcción de obras civiles que cayeron en un 12,3%, ha afectado la actividad económica en el país. Igualmente, los mensajes a los mercados, nacionales e internacionales, han alejado a posibles inversionistas, derivando en una mayor dependencia de las exportaciones minero-energéticas, algo que el presidente Petro proponía cambiar. Afirmar que la inflación es causada por el sector privado y o los problemas recientes provocados por la presentación de la partida global y sin destinación específica de los 13 billones de pesos de recursos de inversión, no fomentan un ambiente propicio para el crecimiento económico.
Algo similar ocurre con la manera en que han forzado la salida de los ministerios y entidades del Estado de funcionarios sensatos que aportan puntos de vista objetivos, técnicos y no ideologizados. La partida de Jorge Iván González del Departamento Nacional de Planeación o de Claudia Marcela Numa de la dirección general del Presupuesto en el Ministerio de Hacienda son pruebas fehacientes de que el presidente se está rodeando cada vez más de un comité de aplausos, más no de funcionarios con experiencia en lo público que tomen decisiones basadas en evidencia.
El gobierno afirmará que los resultados negativos son culpa de un grupo de actores que buscan derrocarlo e impedir la implementación de las reformas que necesita el país. Sin embargo, el presidente olvida la lección de Pericles, que demuestra que a lo que debería temer más es a sus propios errores, no a los planes, reales o imaginarios, de la oposición.
Adenda: Un saludo afectuoso a Helena Arango Cabal, mi fiel lectora.