Podrían ser las Noches de Artemisa, de Diana La Cazadora, Diana la de las Brujas, Diana la Virgen protectora de la fertilidad y los bosques, Diana la que lanza las flechas de Cupido hiriendo de amor a su víctima. Diana la diosa de la luna.

Podrían ser todas. Pero es única, aunque tiene de bruja, de cupido, de protectora, de sabia y mucho más.

Las veinte noches de Diana Currea Perdomo son únicas. El jueves anterior fue la celebración en el hotel Dann Carlton de la Noche Rosada en su aniversario número veinte. El tango de “que veinte años no es nada”, aquí no cuadra. Son veinte años en que esta mujer, Diana, oncóloga de la Fundación Valle del Lili ha organizado para todas aquellas mujeres que han padecido o padecen cáncer de mama y sus familias.

Yo, una de ellas.

Ni la pandemia, ni una fractura que la tuvo bastante impedida un tiempo fueron obstáculo ni excusa para suspenderlas. El jueves desde las dos de la tarde la fila de mujeres de todas las edades, vestidas con alguna prenda rosada ya era por decir infinita, muchas de ellas todavía en tratamiento, con sus turbantes, otras en remisión, en busca de información o gratitud.

Un ejército de voluntarias, todas vinculadas a la Fundación Valle del Lili, anfitrionas de lujo en el segundo piso del hotel. Regalos, bombas, comida, música, sonrisas y abrazos. Muchas nos reencontramos año tras año, otras, unas pocas, ya no nos acompañan, siguen vivas en nuestro recuerdo.

El Presentador fue Farid Mondragón, impecable, emocionado, en medio de aplausos. Salón lleno. Una decoración preciosa como telón de fondo. La Directora General de la Valle del Lili, Marcela Granados inauguró la ceremonia, unas palabras profundas, sabias. Presentes Jorge Madriñan, subdirector. Marcela Vallejo, oncóloga, radiólogos, psiquiatras. Equipo de lujo de esta Fundación, primera en calidad en Colombia y América Latina.

Diana tomó la palabra. Enfática en repetir una y otra vez la importancia de hacerse la mamografía para una detección temprana del cáncer mamario, cuando se puede controlar, y salvar muchas vidas. La importancia del autoexamen, sí el ‘toca toca’, y si se toca algo, por pequeño que sea acudir a una consulta, hacerse la loca no sirve para nada, empeora el diagnóstico.

Y la Sorpresa final. La Filarmónica del Valle dirigida por Paul Dury con música del Valle. Sí, Cali Pachanguero, San San San Fernando, locura total. Aplausos de pie, palmas acompañando el ritmo. Paul Dury, apasionado hipnotizando al público, (quede enamorada), confieso.

Para Diana no me salen las palabras, la he visto trabajar en Agua blanca, llevando el mensaje, haciendo cirugías, detectando, escuchando. El cáncer de mama no perdona, es sinuoso y retrechero.

Mujeres como Diana y su equipo hacen el cambio, La Fundación Valle de Lili está al servicio de todas las mujeres. Su labor social merece columna aparte.

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Posdata. A mí me salvó la vida, literalmente, por intuición se le metió en la cabeza de que yo tenía algo. Aunque todos los exámenes salían perfectos, me persiguió, como un fantasma, me operó y ¡zaz!, lo logró y aquí estoy. La quiero, la admiro y la respeto. Las noches de Diana, cada año, son las mejores de mi vida. ¡Espero asistir a muchas más!