La Otan, creada en la posguerra por una docena de países europeos y norteamericanos para evitar las amenazas soviéticas, está de moda. Hace unos años, pocos seguían lo que pasaba en las reuniones de la alianza y el cubrimiento periodístico mundial se limitaba a publicar las fotos oficiales de los presidentes y una o dos notas sobre los predecibles logros de la reunión. Este año, en la reunión de Vilnius, Lituania, se remarcaron las diferencias internas sobre la respuesta a la invasión de Rusia a Ucrania y los medios del mundo cubrieron cada detalle. Los puntos álgidos fueron varios.
El primer titular lo dio Suecia, que logró entrar al grupo a pesar de las objeciones arbitrarias del Presidente turco. Erdogan, controvertido y autocrático, decidió jugar póker con sus colegas, demorando por meses la accesión del país nórdico, hasta lograr concesiones comerciales con la Unión Europea y acortar los requisitos para ser parte de la UE. También negoció su voto con Joe Biden, a cambio de aviones de guerra. A los suecos les exigió tomar medidas en contra de los grupos de oposición turca en Estocolmo. Al final Erdogán se sintió importante, todos concedieron y la Otan ganó un afiliado estratégico muy bien armado y cerca de Rusia.
La segunda noticia importante fue la controversia sobre la entrada de Ucrania. Aunque la organización ha sido el principal apoyo de Zelenski, y el primer proveedor de ayuda y de armas, hubo dudas importantes sobre las consecuencias de una membrecía considerada como una provocación a Putin. El enorme riesgo de escalamiento por parte de un Putin acorralado detuvo la decisión. El gobierno de Estados Unidos, principal proponente de a la incorporación de Ucrania, trató a última hora de bajar las expectativas con frases como “vamos a buscar consenso”, “queremos avanzar juntos”, “buscar una fórmula” intentando contentar a todos sin perder cara ante sus futuros votantes y opositores dentro de Estados Unidos. Política de filigrana.
La tercera conclusión: todos perdieron un poco. Al final no le salió bien a nadie este tema. Ucrania no entró, y Biden se quedó sin darle el golpe a Putin. Los centroeuropeos quedaron descontentos con el comunicado descafeinado al final de la cumbre. El canciller alemán no ocultó su disgusto el texto del documento, y a Zelenski le supo mal la falta de compromiso, especialmente cuando él nunca había pedido que Ucrania fuera parte del grupo. Se quedó con una invitación a medias y sin fecha.
La Otan ha mostrado un notable frente unido y ha renovado su relevancia en los meses desde la invasión. Los países miembros crearon un frente unido de repudio a Putin y apoyo a Ucrania. La enorme solidaridad económica y militar demostró la razón fundamental de la organización: la defensa colectiva ante la agresión. Sin embargo, las divisiones internas quedaron muy claras en las últimas semanas, alejando cada día la posibilidad de una salida a esta sangrienta y absurda guerra.